Pasando el ecuador del festival ha llegado ese inevitable momento en el que el espacio tiempo pasa a formar un continuo indefinido, los días y las películas se mezclan con el sueño, los encuentros sociales y las carreras entre sedes, asi que evidentemente no llego a tiempo a la entrega de éste diario con la periodicidad y lucidez deseada, así que perdonaréis si esto es un poco más confuso de lo habitual, pero bueno, ya sabéis como van estas cosas. A cambio el sexto día nos regalaba buenos sustos fantasmales y una película que apunta muy fuerte a acabar siendo mi favorita del festival.
El día comenzaba con The Power escrita y dirigida por Corinna Faith que en su segundo película entrega un pequeño film situado en la Gran Bretaña de 1974 en que se suceden los apagones eléctricos, a un viejo hospital a punto de ser desmantelado llega una enfermera novata recién salida de la escuela y que tendrá que pasar su primera noche haciendo guardia en la más absoluta oscuridad que le revelará los secretos más turbios del lugar. Con dejes del terror gótico más clásico el film avanza gracias al estupendo ejercicio de estilo de su directora y las buenas interpretaciones de un casting magnífico, es cierto que se le podría achacar por momentos cierta previsibilidad y ciertas tendencias al subrayado que le quitan algo de intriga a la resolución del misterio, pero solo por su jugueteo con los casos reales en los hospitales de la época y la enseñanza de que si lees a Stephen King sabrás lo suficiente de sucesos extraños como para salir bien parado ya vale la pena. Imperfecta pero apreciable.
En Sección Oficial (por recordarlo alguna vez, aunque es cierto que aquí es imposible estar al tanto con la infinita cantidad de secciones existentes) se presentaba Luzifer del austriaco Peter Brunner una de esas películas arriesgadas que tanto gusta programar en Sitges y que acaba con devotos seguidores y haters a partes iguales. Particularmente me apena que una película plagada de tantas ideas interesantes y con actuaciones tan destacadas se abandone a la autocomplacencia y el tedio de ese modo. Brunner no para de ofrecer conceptos interesantes como la visión de la tecnología y la turistificación masiva como elementos demoniacos en oposición a la comunión con la naturaleza y la madre tierra o el fanatismo religioso como válvula de escape para los más débiles y desesperados pero nunca se atreve a indagar demasiado en esos temas y prefiere divagar hasta llevarme al hartazgo. Reconozco que identificar a los nazis de desokupa como siervos de Satán me hace subirle algunos puntos pero a pesar de eso me parece una enorme oportunidad perdida.
Turno para uno de esos momentos mágicos que ocurren de vez en cuando en éste festival y es que Gabriele Mainetti, director italiano que ya dejó muy buena impresión en el festival hace unos años con Le llamaban Jeeg Robot nos ha traído una explosión de fantasía e imaginación que ha transportado a la sala Tramuntana a un lugar más feliz.
En Freaks Out los miembros de un circo ambulante durante la Segunda Guerra Mundial deben atravesar Italia buscando al dueño del circo y casi padre adoptivo cuando este desaparece y temen que haya caído en manos del ejército nazi. Con una estética que mezcla el cartoon y el fantastique con un humor acidísimo y unos personajes que te roban el corazón desde el minuto uno, el film va avanzando a un ritmo de locura en el que acompañamos a nuestros protagonistas en un sin fin de aventuras a cual más loca y divertida. Si la Patrulla X se encontrara con la Parada de los Monstruos daría lugar a una película tan especial y divertida como esta Freaks Out que ha hecho salir al personal de la sala con una sonrisa de oreja a oreja y comentando asombrados lo que se acababa de ver. No indaguéis mucho más sobre el argumento del film y corred a verlo, me lo vais a agradecer.
Offseason tenía la difícil función de acabar el día tras semejante subidón y pese a lo complicado de la tarea ha conseguido que la jornada terminara de modo más que digno. El film de Mickey Keating aborda temas ya conocidos con toques lovecraftianos y tintes Carpenterianos en la historia de una joven que vuelve a la tierra natal de su madre para ocuparse de su tumba, una isla con la temporada turística a punto de terminar donde los habitantes y las maldiciones locales no le pondrán las cosas fáciles. La película acierta en su escaso metraje para convertir la experiencia en una pesadilla claustrofóbica de la que parece imposible huir y que si bien ha acabado con la paciencia de más de uno por lo minimalista de su propuesta a mi me ha convencido como pequeño ejercicio de estilo sin pretensiones.
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