El cuarto día del Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges amanecía por fin sin lluvia (aunque tampoco hay que confiarse, que ya conocemos el tiempo en este pueblo a estas alturas de año) y ciertas caras de cansancio y es que tras un año pandémico, además de las sesiones de cine, los bares del pueblo anoche también recibieron a unos cuantos festivaleros deseosos de volver a las viejas tradiciones.
Día de gratas sorpresas, expectativas cumplidas, viajes temporales, maldiciones gitanas, monstruos, cintas malditas y criaturas demoniacas, en fin, un día normal y corriente en Sitges.
Llegar con la etiqueta de "la heredera de" siempre es complicado para una película, si además se refiere a uno de los éxitos más brutales en Sitges como fue One Cut of the Dead la presión es aún más elevada. Pero con esas expectativas llegábamos a Beyond the infinite two minutes tras los comentarios de los afortunados que ya la habían podido ver. La historia del dueño de una cafetería y su grupo de amigos, que descubren una televisión a través de la cual pueden ver el futuro o pasado pero solo con dos minutos de margen. Los viajes temporales han sido vistos desde distintos géneros, pero pocos tan divertidos como en esta desternillante comedia en la que un grupo sin demasiadas luces intenta aprovechar su descubrimiento a la vez que ofrece al espectador un tratado a nivel dummies, la otra cara de Primer vamos, sobre bucles y paradojas temporales en el cine. Con un guion estupendamente medido y una ejecución que al principio asombra (un falso plano secuencia) pero que posteriormente descubriremos con toda la lógica para lo que quiere contar, la película aprovecha sus medidos 70 minutos para ofrecer una de las experiencias más divertidas del año que la sala Tramuntana ha recibido a carcajada limpia y si, revelarse como la auténtica heredera de One Cut ... y atención que al igual que esta también tiene escenas post créditos que valen mucho la pena.
Difícil la tarea de Eight for silver tras el subidón vivido apenas media hora antes y sin embargo la película de Sean Ellis ha conseguido mantener el nivel en una mañana de cine espectacular. Situada en Francia durante el siglo XVIII la película nos vuelve a mostrar que pocas cosas más peligrosas que una maldición gitana. Con un comienzo potentísimo que a priori nos puede resultar a ya visto pero ojo que vienen curvas, la cinta escrita, dirigida y fotografiada por el propio Ellis consigue mantener la tensión a través de una estupendamente conseguida atmósfera insana y saca provecho de sus excelentes efectos prácticos en sus escasos pero impresionantes arranques de violencia, algo que unido a su continuo crescendo hasta el clímax final hace que su visionado sea una gozada de principio a fin. En su contra el quizás dilatar en exceso su resolución y es que probablemente con 10 - 15 minutos menos hubiera resultado igual de impactante y algo más ligera pero es apenas un leve reproche ante una magnífica sorpresa y una de esas cintas de género que salvo en éste tipo de festivales suelen tener poco recorrido y que os aconsejo recuperar.
Con Broadcast Signal Intrusion ha llegado el gran WTF de esta edición, y es que su indescifrable y para algunos (entre los que me incluyo) absurdo final ha dejado bocas abiertas y votaciones bajísimas a la salida de su pase en Retiro. Antes de eso un film que trata de imitar a los thrillers conspiranoicos noventeros dándole un fallido toque de noir en el que un archivero de televisión trata de superar el trauma por la muerte de su pareja investigando el pirateo de emisiones de televisión en los años 80 en una película tan pretenciosa como aburrida hasta su plot twist final que ya acaba por enfadarte por el tiempo perdido en su visionado.
El día acababa en Tramuntana con Son película que ha llegado al festival con pocas expectativas y que se ha convertido en uno de los primeros sleepers tras los comentarios positivos que se oían a la salida de su pase. El film bebe de manera poco disimulada de clásicos como La semilla del diablo o Déjame entrar y aún así logra salir airoso de la comparación, ya que nunca se avergüenza de sus referentes ni tiene miedo a ser explícita (más de lo habitual en este tipo de propuestas) cuando la situación lo requiere. Quizás le hubiera beneficiado algo más de ambigüedad, pero con lo trillado que está el género de las sectas satánicas que la película funcione de esa manera ya es todo un logro. Una grata sorpresa.
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