viernes, 11 de octubre de 2019

Sitges 2019: Jueves 10

Reconozco que para ser mi edición de Sitges más corta los niveles de sueño están casi peor que nunca, pero compartir casa con dos terroristas del humor como Ricardo y Daniel que se empeñan en hacer sketchs y performances a las tres de la mañana tampoco ayuda (si sale a la luz el corto que hemos grabado hoy con Mireia lo entenderéis todo). Reírnos nos reímos, eso si. Así que como un zombi he ido contracorriente de la gente que avanzaba con los ojos inyectados en sangre y yo llevado por un GPS interno (porque no he abierto los ojos en ningún momento) me he dirigido al Retiro.

En Super Me, su protagonista, Sang Yu es un escritor de guiones que no puede dormir y es que cada vez que lo hace muere asesinado en sus sueños, sin dinero y al borde del suicidio descubre que de esos mismos sueños puede traer oro a la realidad.

Si algo agradezco ya a éstas alturas es una película que apueste claramente por el género y Super Me es puro fantástico, es cierto que su historia no da para mucho y en su parte central pueden sobrarle fácil 15 - 20 minutos, pero sus efectos de bajo presupuesto y el hecho de no complicarse demasiado la vida hace que sea ágil y fácil de ver. No va mucho más allá del telefilm de syfy pero si es entretenido como en éste caso pues oye, ni tan mal.


Cuando parecía que con la retirada (pero luego no) de Miyazaki o la muerte de Satoshi Kohn o Isao Takahata el anime iba a vivir horas bajas ha llegado en los últimos años una nueva generación, comandada por Makoto Shinkai que sigue manteniendo la animación japonesa en todo lo alto. A éste grupo de nuevos directores se une Masaaki Yuasa que tras el éxito de Lu over the wall o la adaptación de Devilman: Crybaby se lanza a una película claramente más comercial con Ride your Wave. Historia de amor juvenil (una vez más) entre una joven que vuelve a la ciudad de su infancia para disfrutar del surf, su mayor pasión y un bombero entregado a ayudar a los demás.
Sin destacar demasiado en su animación la luminosidad del film y el personal estilo de sus personajes le proporciona cierta personalidad, es cierto que su historia por momentos se pasa de ñoña y el guión tiene varios agujeros importantes pero no se puede negar tampoco que aunque sea por insistencia acaba tocando el corazoncito y emocionando al espectador.


En Noves Visions, la sección más arriesgada del festival, esperaba We are little Zombies, la historia de cuatro niños unidos por la muerte de sus padres que deciden formar un grupo de música. El film intenta ser rompedor en estilo uniendo diferentes formatos cinematográficos o referencias videojuegiles y provocador en el mensaje, con críticas a esa sociedad deshumanizada más volcada en las redes sociales que en la realidad que nos convierte a todos en pequeños zombies. Tiene reflexiones y escenas potentes pero el conjunto es demasiado irregular y sobre todo le falta muchísimo ritmo, a estas alturas del festival se me ha hecho bastante bola, en otro momento es bastante probable que la apreciara más.


Si creía que salíamos de una bizarrada no sabíamos lo que venía después, porque Cosmic Candy es una ¿comedia romántica?, ¿dramedia? absolutamente inclasificable. Anna es una cajera de supermercado que sobrevive a su rutina soñando despierta con el mundo al que se transporta con sus caramelos preferidos, los Cosmic Candy, una suerte de peta zetas que le introducen en un mundo de colores y felicidad que le hacen olvidarse de su realidad, sin embargo cuando tenga que ocuparse de la hija de su vecino todo cambiará. Con un estilo ligero y tontorrón que recuerda vagamente a la insoportable Amelie (si, odiadme) y una historia entre tópicos y falta de un rumbo claro Cosmic Candy es una simple curiosidad que más allá de su colorido no aporta demasiado. Muy prescindible.


Para terminar el día, hoy por fin un poquito más corto, faltaba Huachicolero. La película mexicana es un drama fronterizo durísimo y desencarnado sobre la falta de esperanzas y oportunidades en ciertas zonas de México. El film se sitúa mucho más cerca del drama que del thriller realizando un retrato de la situación de la zona siguiendo a Lalo, un joven inocente que acaba mezclándose con las bandas del lugar que se dedican a robar gasolina. La cámara sigue al personaje en primera persona y crea auténtica incomodidad en el espectador que comprende a Lalo pero es perfectamente consciente de lo que está por venir. Su evidente bajísimo presupuesto no quita que esté espléndidamente rodada y sobre todo magníficamente interpretada. Es una de las mejores películas que se han podido ver en este festival, el viejo tema de si es un film que cuadre en la filosofía Sitges o no hace años que lo hemos dejado, porque también hace años que no está muy clara cual es esa filosofía. Dicho lo cual, de las que hay que ver si o si éste año.


No hay comentarios:

Publicar un comentario