Esto ya se está terminando y donde más se nota es en las primeras sesiones. El hecho de dormir entre 3 y 5 horas con suerte hace que muchos no tengan fuerzas para levantarse o directamente desechen la primera sesión, además había que guardar fuerzas porque después tocaba uno de los platos fuertes de éste año.
Y sin embargo el esfuerzo ha merecido la pena, porque a pesar de la poca gente en la sala, 5 e il numero perfetto ha sido un buen comienzo de día. Una historia de vendetta algo simple con un asesino a sueldo intentando vengar la muerte de su hijo a la vez que reflexiona sobre su vida como pistolero de la mafia. Si bien el argumento está algo trillado, su estética de cómic europeo y ese toquecito noir le sientan de maravilla y como siempre Toni Servillo está maravilloso. Una curiosidad de lo más recomendable.
Y como decíamos tocaba uno de los platos fuertes del festival y es que Lovecraft + Nicolas Cage es una de las sumas más evidentes de lo que gusta en Sitges. En Color out of Space Richard Stanley adapta de manera muy libre un relato de HP Lovecraft donde tras la caída de un meteorito del espacio junto a una granja un color hasta el momento desconocido empieza a inundarlo todo cambiando tiempo, materia y percepción de la realidad.
El film tal y como se esperaba es una auténtica locura, con su buena ración de horror cósmico, los siempre agradecidos efectos artesanales con criaturas viscosas y enfermizas, un toquecito de gore y para que no le falte de nada a la receta un Nicolas Cage haciendo lo que mejor sabe, volverse loco y ser una fuente de GIFs para internet.
La película es una montaña rusa de diversión y sensaciones y la sala lo ha celebrado a lo grande, es cierto que en un año con tan poco género había muchas ganas de fantástico pero es que al margen de eso Color out of Space es una de las obras más disfrutables de los últimos años para los amantes de la scifi más cósmica y psicodélica.
Comenzaba la tarde con The Cleansing Hour, traslación al largometraje del corto del mismo nombre y el mismo autor que ya se pudo ver en Sitges en 2016, en el que un falso exorcismo grabado para un show de Internet se acaba convirtiendo en uno real ante las cámaras. Más allá de alargar su divertida premisa inicial (que venía heredada del corto) durante su tercio central el film comienza a dar vueltas a la misma idea sumando minutos sin tener demasiado que contar, por suerte gracias a sus conseguidos y disfrutones efectos artesanales y un final cafre y macarra acaba dejando un buen sabor de boca. La sala se ha venido arriba con su gamberrísimo climax, perfecta para ver entre colegas o en un festival, para mucho más que eso ya no.
La maratoniana tarde continuaba con Extra Ordinary donde Rose, una profesora de autoescuela con poderes sobrenaturales tendrá que intervenir cuando un viejo cantante de éxito hace un pacto con el diablo. La película está llena de parodias al cine de fantasmas y es una sucesión de gags acertadísimos, con un humor blanco e incluso naive por momentos que ha hecho las delicias de la sala. El film entra como un tiro y si bien no trasciende demasiado tampoco creo que haya habido ninguna comedia mejor en todo el festival.
Para acabar el día una de las asignaturas pendientes que me quedaban este año, disfrutar de un documental, este año el elegido ha sido Phil Tippett: Made Dreams and Monsters donde el creador de efectos digitales (echadle un ojo a su carrera porque es una maravilla) explica su carrera y su trabajo en sus películas más conocidas en un documental que junto al también proyectado en Sitges hace unos años The Frankenstein Complex (de los mismos directores) compone un díptico imprescindible para recordar una vez más todo lo que les debemos a estos artistas para disfrutar del cine tal y como lo conocemos.
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