lunes, 10 de octubre de 2022

Sitges 2022: Fin de semana

Regreso a al Festival de Sitges, la tierra de sueños de los amantes del cine fantástico y de terror, éste año más que nunca después de un año de edición online y otro de restricciones, así que en ésta edición al igual que sucedió en San Sebastián se nota que hay algo en el aíre, los viejos conocidos de otros años se saludan con más alegría, todos tenemos ganas de hablar, de compartir, incluso diría que las películas se acogen con más emoción y menos crítica. Las terrazas están llenas, los puestos del paseo marítimo a reventar, las calles repletas de acreditados y festivalero. Definitivamente Sitges ha vuelto.

Pero al final como los que leen esto lo hacen por el tema de las peliculitas, tocará hablar de lo visto y después de unos primeros días de festival en los que Manticora ha dividido en opiniones al máximo, la segunda parte de Satan Slaves parece haber decepcionado un tanto y parece que ni se hubiera proyectado la última entrega de Halloween, casi como quería su distribuidora, tocaba incorporarse al festival en marcha.

Y nada mejor para comenzar Sitges que una película como Deadstream dónde Joseph y Vanessa Winter, se lo guisan y se lo comen ellos solos para crear una de las mejores comedias de terror de los últimos tiempos. Parodiando el found footage y los stremears e influencers la cinta sigue a un Youtuber con no demasiadas luces (perdón por la redundancia) que se traslada a una casa embrujada para transmitir en directo su experiencia. El carisma y humor de su protagonista dejan la mitad del trabajo hecho pero es que además el elemento fantástico y de terror funciona sorprendentemente bien dentro de una comedia, cortita, divertida y enormemente entretenida.



Diabolik es la primera oportunidad de los hermanos Manetti de participar en sección oficial del festival de Sitges después de años intentándolo. La película, adaptación de un conocido cómic italiano es la historia de un legendario ladrón que gracias a su inteligencia y sus máscaras y artilugios consigue llevar a cabo todos sus atracos en una extraña mezcla entre Batman, Lupin y Ethan Hunt. El film tiene dos partes claramente diferencias, la primera un noir clásico en el que se nos presenta a nuestro protagonista, interpretado por un Luca Marinelli ya habitual en Sitges y a la inicialmente femme fatale y posteriormente colaboradora del antihéroe, Eva Kant, para más tarde convertirse y en una película canónica de fugas y robos que es donde el film realmente alza el vuelo. Estas dos películas se unen de manera un tanto inconexa y provocan una inevitable comparación entre ambas, especialmente debido a que su abultado metraje pesa en el espectador y dejando la impresión que recortando minutos en su primera parte y centrándose en la mucho más dinámica historia de robos donde aborda ya sin complejos la estética del fumetto la película hubiera sido mucho más atractiva y accesible.


Turno para estrenar Tramuntana con uno de las grandes momentos de éste año y es que tras la sobresaliente Psiconautas Alberto Vázquez estrenaba el esperadísimo paso al largometraje de uno de sus cortometrajes más premiados Sangre de Unicornio en Unicorn Wars, la cruenta historia de la batalla entre ositos amorosos y unicornios. La película arranca con un divertidísimo campamento militar de los ositos donde se producen los gags más afortunados pero avanza de manera algo monótona y repetitiva en la repetición de sus temas hasta llegar a saturar más allá de su esplendida animación. La idea de corto alargado sobrevuela durante toda la película y sobre todo la duda sobre si esta historia en realidad daba para un largometraje. 


Otro momento bastante esperado era la proyección de Hunt y es que el cine coreano siempre suele ser sinónimo de éxito en Sitges, si además en esta ocasión se une con que es el estreno en la dirección de Lee Jung Jae, archiconocido protagonista de El juego del calamar las expectativas eran aún mayores con este thriller de acción política. El film narra la historia de dos responsables de seguridad surcoreana mientras tratan de evitar un atentado contra el presidente del país en un momento de especial tensión política entre las dos Coreas. Ha sido curioso ver con esta película la unanimidad entre las opiniones de los espectadores donde se alababa de manera absoluta sus trepidantes y espectaculares escenas de acción, con unos tiroteos dignos del mejor Michael Mann pero a la vez se coincidía en la enorme dificultad para seguir su narración en una historia sorprendentemente enrevesada y complicada en la que se lleva a otro nivel el juego de agentes doble y triples hasta confundir a los propios espectadores sobre quién es quién en cada momento.


El Sábado acababa en el ya mítico Casino Prado, con la obra de un director no menos mítico, el imprescindible en Sitges Peter Strickland que presentaba su última obra Flux Gourmet, una película que como mínimo sorprende y es que la historia de un grupo de artistas en una residencia donde se preparan para hacer una performance de catering sónico es una auténtica marcianada cargada de un humor irónico más próxima al primer Lanthinos que al propio Strickland. Recordando a sus tiempos de la aclamada Berberian Sound Studio el director vuelve a experimentar con los sonidos en una comedia sobre flatulencias pero con pocos pedos y en la que destaca un Asa Butterfield irreconocible en un principio y un humor incómodo que ha maravillado a algunos y nos ha dejado a otros cuantos con cierta sensación de incredulidad. La mejor definición de café para muy cafeteros que he visto en los últimos tiempos.


Pero si hablamos de directores míticos en Sitges la palma en los últimos años se la lleva un Quentin Dupiex que ya casi está empezando a ser tan marca del festival como el propio King Kong, rizando el rizo este año con el estreno de dos películas. La primera de ellas Incroyable mais vrai (Increíble pero cierto) es una comedia divertidísima con toque fantástico en la que una pareja compra una casa con un extraño pasadizo que les cambiará la vida. A partir de ahí Dupieux despliega su habitual catálogo de situaciones y personajes absolutamente inclasificables con una serie de gags acertadísimos que van desde los juegos con las expectativa del espectador en las elípsis, pasando por el humor más grosero con chistes de pollas electrónicas hasta un montaje musical demencialmente divertido que si se descuida resume todo su final en cinco minutos (de manera perfecta) pero dejándonos una sátira prácticamente perfecta sobre el culto al cuerpo y la obsesión por la juventud. Una de las películas más redondas de un director con una carrera meteórica y que en los últimos años cada vez va a más. Ojalá siempre un Dupiex y de ésta categoría en el festival.


Kids vs Aliens ya desde su título parecía que llevaba grabada el sello de Sitges en su cartel y es que estas películas con nostalgia ochentera y de carácter serie B desinhibido suelen ser garantía de éxito en el festival. En esta ocasión con la llegada de un grupo de alienígenas a la tierra durante la celebración de una fiesta Halloween por parte de una adolescente en su casa. La película busca la complicidad del espectador desde el primer minuto intentando ser un entretenimiento auto paródico pero deja una enorme sensación de producto prefabricado sin alma ni cariño, empezando por su machacona música permanentemente presente y que acaba por saturar, pasando por una historia escrita con el piloto automático y sin pizca de cariño que parece avanzar al X1.5 para llegar al ya consabido enfrentamiento final, hasta llegar a unos protagonistas que si bien se agradece que no sean odiosos no tienen ni gota de carisma y sobre todo por unos moñecos alienígenas con un diseño atroz y unas batallas finales tan mal rodadas y con tan poca gracia e imaginación que parece estar más cerca de una serie Z involuntaria sin que ni siquiera de como para reírse de ella. Una absoluta decepción que no es digna ni de hacer doble sesión un domingo tarde con alguna película en la que dos monstruos se mezclen genéticamente.


La polémica de la tarde y probablemente del festival llegaba con la proyección del primer capítulo del documental de Movistar Ummo. La España alienígena donde como podéis ver si ha liado un poquito la cosa. Nuestro corresponsal en la sala lo tiene claro:




Y este primer fin de semana sitgero festivalero se cerraba con la proyección de The Heroic Trio del imprescindible Johnny To, clásico hongkones de principios de los 90 con nombres tan destacados como Michelle Yeoh o Maggie Cheung que bebe de referencias y ha provocado homenajes por igual con la historia de tres mujeres que se ven envueltas de distintas maneras en el secuestro de bebes recién nacidos por parte de una entidad demoníaca. Solamente la unión del trío de heroínas podrá vencer a éste mal. La película es puro disfrute para cualquier amante del cine de acción de Hong Kong, con escenas de acción absolutamente over the top, saltos imposibles, coreografías de lucha apasionantes, looks arrebatadores (con su cámara lenta por supuesto) en unos 87 minutos que pasan como un tiro con un aluvión de risas (algunas más voluntarias que otras) y aplausos ante tal despliegue de imaginación y de recursos artesanales. Una auténtica gozada, pionera en gran parte de nuestro cine de acción posterior. Maravillosamente divertida.

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