lunes, 19 de septiembre de 2022

San Sebastián Film Festival 2022: Día 3

 Tercer día de festival y si ayer el acento fue argentino, hoy tocaba dedicarse casi en exclusiva al cine francés, aprovechando para recuperar algunas de las películas de imprescindibles del festival como Ozon o Koreeda que se proyectaron el primer día.

No sé si imprescindible pero también habitual se ha convertido Louis Garrel en el Zinemaldi, donde ya sorprendió ganando el premio del jurado al mejor guion en 2018 con Un hombre fiel. Garrel vuelve con L'innocent a su estilo preferido de comedias ágiles y ácidas con un puntito romántico. En esta ocasión con la historia de Abel, un joven que con confía el nuevo marido de su madre, un ex convicto, con la ayuda de la mejor amiga de su difunta esposa comenzará a investigar la relación. El inocente es una rara avis en los festivales, una comedia divertida y a ratos desenfrenada, rozando la romcom y sin ninguna pretensión más que hacer pasar un rato divertido al espectador, con grandes actuaciones de sus protagonistas y un ritmazo increíble. Ojalá más de éstas para desatascar un poco de tanta intensidad dramática.

 


Turno para recuperar una de las sesiones perdidas del primer día y traslado hacia los cines Antiguo Berri, una sede poco visitada por los asistentes al festival por la distancia al centro neurálgico donde se desarrolla todo pero que merece la pena guardarse un rato para visitar para disfrutar del bonito paseo por la Concha y la Playa de Ondarreta. Además me daba la oportunidad de recuperar Peter Von Kant la última obra de François Ozon. El director francés en esta ocasión adapta de un modo muy personal Las amargas lágrimas de Petra Von Kant de Fassbinder con la historia de un cineasta que cae irremediablemente enamorado del joven que se convierte en la nueva musa de su cine. Un excelso Denis Menochet en un papel totalmente contrario al que se le pudo ver el día anterior en As Bestas, demostrando su versatilidad, se apodera de la función con una interpretación pasadísima de vueltas y completamente over the top durante prácticamente todo el metraje. Las relaciones tóxicas basadas en el control e incluso la humillación, los roles de poder en el amor o incluso la perversión de la inocencia son el núcleo central de una película que nunca rebaja el tono y es capaz de mantenerse en el límite del histrionismo sin llegar a caer en la parodia, es curioso que quizás la película más Almodovariana de las últimas décadas y que el propio Pedro parece ya incapaz de hacer haya tenido que venir de la mano de Ozon.



Continuaba el día con acento francés con Le lycéen / Winter Boy, película de Christophe Honoré que compite en Sección Oficial. La película nos muestra el momento en el que la vida de Lucas, un joven de 17 años, cambia irremediablemente a partir de una tragedia familiar y su manera de afrontar el dolor y la pérdida. El film de Honoré es algo confuso y caótico, con un hilo conductor basada en una voz en off que acaba siendo algo cargante, unos protagonistas antipáticos y con los que es difícil empatizar y una narración un tanto dispersa entre la lucha del joven por poner en orden sus sentimientos y sus relaciones familiares. Sin tener un metraje excesivo la película se hace cuesta arriba ya que nunca se adivina un destino concreto ni una narración clara. Definitivamente no he entrado en la propuesta y por el silencio y los escasos aplausos escuchados en su proyección diría que la mayoría de la audiencia tampoco, aunque premios más discutidos se han visto ya en este festival.



Y mientras todavía continuaban las voces sobre la que parece que va a ser la polémica de éste año con la abominable para algunos (no sé si ya habrá algún tuit como el histórico "No todo vale"), merecedora de la Concha de Oro para otros Sparta de Ulrich Siedl y sobre la que no me puedo pronunciar, me encaminaba a recuperar otro de los imprescindibles cuando vienes a este festival y es que irte de San Sebastián sin haber visto una película de Koreeda sería una sensación de lo más extraña y Broker no iba a ser la excepción. El director japonés continúa con su tránsito por países extranjeros, rodando esta vez en Corea del Sur pero manteniéndose en esta ocasión en su temática más habitual y la que más adoramos sus fans, la de la creación de vínculos familiares en las situaciones menos propicias posibles, en esta ocasión con dos ladrones que se dedican a traficar con niños, una madre arrepentida y un huérfano escapado en una road movie con personajes irresistibles, especialmente un Song Kang Ho que demuestra que su premio en Cannes es más que merecido y con ese humor tan característico del director japonés. Historias cruzadas, personajes tan estrafalarios como entrañables y esos giros marca de la casa Hirokazu vuelven a estar presentes en una película que se vuelve a colocar entre lo más destacado de su filmografía.


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