Y para seguir con mis costumbres habituales comienzo mal, porque mi Zinemaldia no ha comenzado el Sábado 21 si no con un pequeño aperitivo el Viernes.
Pese al cansancio del viaje y el horario algo ajustado, Ema era una de las películas subrayadas de éste festival y no la podía dejar pasar, menos aún después de las loas que tras verla en Venecia vertieron sobre ella en el último Los de al lado de Pumares. Y no es para menos, porque el último trabajo de Pablo Larraín es un directo a la cara del espectador, crítico o cualquiera que se siente en una butaca. Ema es compleja, es inteligente, parece superficial pero ni mucho menos lo es, rompe con lo convencional y no se avergüenza de ser como es. Larraín te muestra el lado más oscuro del ser humano, pero incluso ahí puede existir amor, y todo se mezcla a fuego y ritmo con una estética poderosísima, con una música que te transporta a su propio universo, con un film que te agarra de la mano y te hace que le sigas aunque no sepas muy bien a dónde vas. A Larraín le gusta jugar con el espectador, confundirle, y lo ha vuelto a hacer una vez más, y de qué manera, Ema va a horrorizar a muchos, a enamorar a otros, pero seguro que no deja indiferente a nadie.
Ya metidos en el Sabado 21, comenzamos la mañana con Alejandro Amenabar. El anteriormente niño mimado del cine español vuelve al Festival de San Sebastián, dispuesto a rememorar viejas glorias y hacer olvidar a todos ese desastre que fue Regresión. Sin embargo hay que reconocer al director que no lo hace tomando el camino fácil y es que un film sobre la Guerra Civil siempre levanta ampollas en nuestro país.
Probablemente vuelva a ocurrir en ésta ocasión pese a que el film busca justamente lo contrario, explorar la escala de grises como así manifiesta claramente su imagen inicial con una bandera española en blanco y negro sin conocer el color de la última franja. Mientras dure la guerra comienza en 1936, con el comienzo del golpe militar contra la República y sigue a la figura de Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca que se movió entre dos aguas entre el apoyo y la crítica al régimen. El film trata también de contemplar los comienzos de la guerra manteniendo cierta distancia y sin tomar partido, sin embargo ese intento de ecuanimidad hace que siempre tengamos la sensación de que la película nunca acaba de arrancar del todo, que sus personajes son demasiado ligeros para empatizar con ellos y que la caricaturación de algunas figuras tristemente históricos los convierte en inesperados alivios cómicos ante un drama que tendría que provocar distintas reacciones pero pocas risas. El sobresaliente nivel técnico es indudable, así como las buenas interpretaciones de buena parte de su elenco como el propio Karra Elejalde o Santi Prego y Luis Bermejo, pero el conjunto no deja de ser un breve resumen de la Guerra Civil descafeinado y sin ningún tipo de épica. Probablemente Amenabar vuelva a ganar el favor del público con éste film pero no tengo nada claro que convenza a sus antiguos seguidores que esperamos que el chileno vuelva por sus fueros.
Tocaba reencuentro con Makoto Shinkai, el director que nos conquistó con Your Name vuelve a Donosti con Weathering with You, film que de nuevo está arrasando en taquilla y que confirma a Shinkai como el nuevo gran nombre (al menos a nivel popular) en la animación japonesa.
Weathering with You repite temática respecto a su anterior film, Shinkai debe haber pensado que si algo funciona por qué cambiarlo, así que de nuevo nos encontramos con una historia de amor de dos adolescentes con un elemento fantástico (y de nuevo meteorológico) que la hace casi imposible. Pero no se quedan aquí las coincidencias y es que la temática también es calcada, con la trama dividida en partes como si fueran capítulos de un anime televisivo, las elipsis temporales al ritmo de Radwimps o la acumulación de varios falsos finales en su clímax. Aunque esto pueda sonar negativo está claro que la película funciona de maravilla, porque la animación es absolutamente espectacular y Shinkai domina este modo de contar historias, sin embargo la comparación con el anterior film es tan evidente que es inevitable pensar que palidece ante el por una historia bastante más sencilla y menos impactante que la de nuestros amantes del hilo rojo. Pero bueno, ya sabemos que pasa con las películas de Shinkai, no descartemos que en unos meses hayamos pasado de este simple me gusta a estoy enamorada de ella, no sería la primera vez, de momento yo voy a mirar con otros ojos al cielo cada vez que llueva.
No podía faltar la cita con Hirokazu Koreeda que parece ya una parte esencial del festival, éste año nuestro japonés favorito trae su salto a Europa con La Verité, un film mucho más occidental de lo que el director nos tiene acostumbrado, no solo por su reparto, con estrellas como Catherine Deneuve, Juliette Binoche o Ethan Hawke, si no porque le da cierto toque europeo a su habitual temática centrada en la familia. The Truth (su título internacional) cuenta la relación de una estrella del cine con su hija para volver al tema estrella de Koreeda, el universo de la famlia, en este caso la relación madre (Catherine Deneuve) - hija (Juliette Binoche) durante la visita de ésta última a su familia con motivo del lanzamiento de un libro de memorias de la actriz. El rodaje de una película en el que la veterana actriz se ve interpretada hace que emociones que parecían olvidadas salgan a relucir y realidad y ficción se mezclen sin saber que parte hay de verdad y cual de guión.
Pese a que los ingredientes parecen de primera La Verité se queda en un Koreeda bastante menor y es que al japonés no le queda bien el excesivo afrancesamiento de la historia, dando la impresión que todo es demasiado impostado y no fluye de la manera natural que consigue con sus historias japonesas alrededor de un tazón de ramen. Siendo un film apreciable estoy desando que Hirokazu vuelva a lo que mejor sabe hacer.
Pese a que no comparto el entusiasmo general por Loreak y Handia, tenía un gran interés por La Trinchera Infinita, principalmente por contar con dos actorazos como Antonio de la Torre y Belén Cuesta. La segunda película del día enmarcada en la Guerra Civil trata la historia de un matrimonio que tuvo que vivir 30 años bajo la amenaza franquista con el marido escondido en una trinchera. Los miedos, la claustrofobia y las obsesiones del matrimonio son reflejo de una sociedad podrida que al igual que nuestro protagonista acabó siendo un fantasma en vida y a la que le costó décadas ver la luz. Como se veía venir grandes interpretaciones de De la Torre y Cuesta y un más que espectacular uso del sonido son los puntos fuertes de una película que si bien plantea una historia más que interesante, acusa un tanto su excesivo metraje y deja la impresión que con un montaje más ajustado podría ser aún más disfrutable.
Acabamos el día con The Laundromat, el último film de Steven Soderbergh para Netflix con un reparto de lujo encabezado por Meryl Streep, Gary Oldman, Antonio Banderas y multitud de cameos, con un tema además que nos suena bastante de cerca, Los Papeles de Panamá. A Soderbergh se le nota bastante fuera de su estilo en esta comedia económica e intenta tirar del sello McKay con personajes rompiendo la cuarta pared para explicarnos temas económicos e incluso bromas directas hacia el espectador tirando de metalenguaje. El cocktail no funciona porque las historias que tratan de explicar cada aspecto de las sociedades offshore y del conglomerado Mossack Fonseca son sosas y confusas, ninguna llega a ser más de una mera anécdota sin poseer tampoco un propósito claro en la trama general del film. Un fail en toda regla del amigo Steven.
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