martes, 25 de septiembre de 2018

San Sebastián Film Festival 2018: Día 4

Suena el despertador a las ocho de la mañana, me quedó pensando como ayer me dieron las dos de la madrugada mientras escribía la entrada del tercer día y decía tonterías junto al señor Comboduoplus, decido poner el despertador a las diez de la mañana y saltarme la primera sesión de la mañana ... a los dos minutos me levanto, total si ya estoy despierto. Los bajos de Kursaal se convierten en un vagón de metro de Tokio entre gente comprando entradas y acreditados intentando recuperar películas en sesiones que no son de prensa. Me dan el número 39 y van por el 96, pues nada, este año lo de conseguir entradas para otros pases va a ser que no.

Tras mis múltiples fracasos matutinos me encamino hacia el Teatro Victoria Eugenia a por la primera de la mañana.
Le Cahier Noir (The Black Book) se adentra en las intrigas palaciegas de la Francia previa a la Revolución del S. XVIII con sus traiciones, revelaciones sorpresas, folleteos y asesinatos. En esta situación el pequeño huérfano Sebastián y su cuidadora Laura intentan sobrevivir mientras los juegos de poder y su misterioso pasado los lleva por toda Europa. El film se muestra bastante excesivo en su carácter folletinesco acabando por ser humorístico sin pretenderlo, la historia parece avanzar a saltos con un montaje algo caótico y tramas o personajes aparecen y desaparecen sin que nos importe demasiado y el personal ha acabado desconectando ante tanta impostura sin trasfondo.


A punto de irme por equivocación hacia el Teatro Principal (así soy yo y si no hago una de estas en cada festival no me quedo tranquilo) rehago mi camino hacia el Victoria Eugenia con muchas ganas de ver lo nuevo de José Luis Cuerda.
Tiempo Después se mantiene en el universo Amanece sin ser una secuela como tal, o si, qué más da. Lo importante es que Cuerda sigue manteniéndose mordaz en su crítica y afilado en sus gags y diálogos para reirse de todo y todos, aunque entre sus chistes haya más verdad sobre nuestra situación actual que en cualquier mitín político. Si el otro día El Reino era la mirada fiera e indignada hacia nuestra sociedad, este Tiempo Después es la otra cara de la moneda, y es que con la risa también se puede denunciar y si es con el talento que desborda esta película mucho más. Tenemos un nuevo clásico, Señor Cuerda sigue siendo usted necesario.


Viaje al cuarto de una madre es el primer largometraje de Celia Rico Clavellino y al verlo uno piensa que no ha podido tener más buenas ideas, en primer lugar manejar un material sencillo y que demuestra conocer de sobra (tal vez con ciertos tintes autobiográficos) y en segundo lugar conceder toda la importancia de la obra a sus protagonistas. El film, plagado de primeros planos sobre sus actrices concede siempre más importancia a su actuación que a la búsqueda del plano más elaborado. Pero sobre todo su gran acierto es contar con dos actrices de la talla de Lola Dueñas y Anna Castillo, si la segunda impregna de naturalidad cada papel que toca y éste no podía ser menos, lo de Dueñas soportando más de la mitad de la película en planos cortos y de manera individual es para no dejar de aplaudirla. Una de esas historias pequeñitas que te reconcilia con otro tipo de cine.


Con In Fabric llegaba el bombazo del festival hasta el momento, y es que la película de Peter Strickland es una auténtica locura que mezcla el homenaje al terror italiano setentero con la comedia más british donde la crítica hacia el capitalismo se une con un humor inteligente por momentos, absurdo en otros e incluso chabacano cuando la situación lo requiere mientras el director no para de lanzar potentísimos mensajes visuales que lejos de aturdir al espectador no dejan de asombrarle ... eso a quién entre en el juego claro, porque ha habido alguna que otra deserción y comentarios indignados tachando la película de tomadura de pelo. Particularmente he salido con una sonrisa de oreja a oreja después de que me volaran la mente en una sala de cine. Strickland, tu nombre queda apuntado en negrita en mi agenda. Y ole la valentía de San Sebastián por proyectar una película con este riesgo en Sección Oficial.


Para acabar el día tocaba la cita con la gran Judi Dench, el tercer premio Donostia de esta edición, y como ocurre en muchas ocasiones, el momento de entrega del premio no coincide con ningún estreno reseñable del premiado y es que Red Joan pasará sin pena ni gloria por la filmografía de Dench.
La película recrea los hechos reales en los que el servicio de inteligencia britanico investigó a una anciana por la revelación de secretos oficiales a la KGB durante la Segunda Guerra Mundial. El film pese a lo interesante de su premisa se pierde en una presentación de personajes excesiva y un desarrollo carente de emoción que me ha hecho desconectar por momentos de la película, así la resolución se convierte anodina y rutinaria, fruto de un guión plano y de una dirección perezosa. Evidentemente si no fuera por el premio a Dench este film nunca estaría en el festival.


Mañana cita con el señor Vermut y su ¿Quién me cantará?, uno de mis momentos más esperados del festival.

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