jueves, 22 de septiembre de 2016

San Sebastián Film Festival 2016: Dia 6

Hay cosas que parece que empiezan a convertirse en costumbre en mi Festival de San Sebastián de este año: 6 es el número de películas que consigo cuadrar sin desfallecer en el intento, lo de comer más allá de hincharme a azúcar y cafeína/taurina durante las carreras entre sala y sala es una utopía, todos los días tiene que haber polémica, Nuevos Directores es una lotería, te puede tocar el premio o la calabaza pero casi siempre jugar vale la pena.

Empezando la mañana otra vez con Nuevos Directores la surcoreana Yeon Ae Dam, Our Love Story es una historia de amor, de encuentros y desencuentros, de descubrimientos, donde una joven artista encuentra el amor de la manera más inesperada. Pese a tocar una historia que pueda parecer muy individual y localizada Nuestra historia de amor toca muchos palos de manera muy universal, especialmente respecto al tema de la homosexualidad y su rechazo social en las pequeñas ciudades por encima de la supuesta libertad en las grandes urbes, pero también habla de la dificultad de las relaciones y del viaje hacia conseguir ser uno mismo. Además de dotar a sus imágenes de una enorme belleza Lee Hyun Ju se sitúa fuera de cualquier juicio moral a sus protagonistas dejándonos ser voyeurs de una historia de amor tan única como universal.


Vuelta al Kursaal y la sección oficial con Jesús película chilena que trata sobre un joven que comete un acto violento (de nuevo) y debe afrontar sus consecuencias. Y de nuevo ha habido polémica con enorme deserción de público a la primera escena violenta y algunas huidas más residuales durante una escena de sexo homosexual explícito (curiosamente en la escena heterosexual no se vio salir a nadie). En fin, obviando el tema, Jesús sufre el síndrome del corto alargado y es que se empeña en recalcar ideas ya suficientemente aclaradas para aumentar su metraje, la vida de desenfreno y resacas de un Ni - Ni chileno se entiende perfectamente sin que nos lo tengan que mostrar una vez tras otra. Incluso si obviáramos esto la historia de Jesús la hemos visto ya tantas veces en una película que no deja de ser previsible e insípida, ni siquiera su final presuntamente sorprendente (y que particularmente veía venir) consigue remediar al tema, tal vez la interpretación de Alejandro Goic como el padre sea lo único que se pueda salvar un poco de la quema.


Al comienzo de la china Something in Blue un personaje le dice a otro que no son tan diferentes a los EEUU, allí hay iPhones y en china también, éste gag inicial en realidad es parte de la clave del film, y es que esta historia generacional de cuatro jovenes chinos tiene ecos neoyorquinos mezclados con las costumbres propias de la sociedad china. El film, dividido en breves fragmentos comienza siendo una suerte de comedia que se recrea en los fracasos amorosos y laborales de un grupo de amigos para ir mutando con el paso de los años y su entrada en el periodo adulto en un drama que reflexiona sobre una generación que vive a medias de la desconexión de sus tradiciones y el acercamiento aún no consumado del todo al mundo occidental. La película funciona mucho mejor como comedia ligera que como drama adulto, algo que se nota en su ritmo, agil inicialmente y plomizo en su parte final, sus casi dos horas se han hecho largas, recortando tal vez unos 20 minutitos podría haber sido más pasable.


Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe dice el refrán, tanto insistir en la sección Nuevos Directores al final tiene su recompensa, y es que con la estonia Pretenders encontré la joya escondida en la sección. Teesklejad (así es su nombre original) narra la historia de una pareja en crisis que decide tomarse unas mini vacaciones en la casa de unos amigos, allí se encontrarán con otra pareja que parece tener más problemas aún que ellos y ante los que fingen ser los dueños de la casa.
Tomándose su tiempo el film va creando un clima malsano en el que las falsas apariencias, los problemas de pareja no resueltos y una mentira a priori inocente se conjugan para conducirnos a un sorprendente e impactante final. La película construye bien y resuelve aún mejor, jugueteando de manera maquiavélica con personajes y espectadores. Poco más que decir para no estropear la sorpresa final, si acaso, que por descubrir propuestas como estas, a priori invisibles al espectador convencional, vale la pena acudir a estos festivales.


Snowden es la suma de dos factores lejos de su mejor momento: una historia basada en un personaje real que hace tiempo que dejó de interesar, especialmente tras el excelente documental CitizenFour, y un director, Oliver Stone, al que no se le recuerda una gran obra desde el siglo pasado.
Sin embargo algunos esperábamos el canto del cisne, la vuelta del director de JFK, craso error, el otrora revolucionario y polémico Stone se ha convertido en un director convencional, creador de productos de consumo fácil y rápido, fast food cinematográfico.
Snowden me interesa de dos modos, en primer lugar como biopic de la persona y no del personaje y en segundo en los escasos minutos que se le concede a todo lo que conlleva su confesión a los periodistas y la dificultad de sacarlo a la luz pública. El resto me aburre, su tono conspiranoico me resulta cansino, su épica reveladora falta de interés, por momentos tiene un aspecto un tanto telefilmero y esa escena de robo tipo Ocean's Eleven roza el ridículo de tal modo que me deja la sensación que hemos perdido al mejor Stone para siempre.
A nivel actoral, impresionante reparto totalmente infrautilizado con Tom Wilkinson como mejor ejemplo o con el enorme error de casting que supone Shailene Woodley, el punto a favor es Joseph Gordon Levitt con especial mención a su impresionante trabajo vocal.


Para finalizar el día tocaba la película argentina El Invierno, cruce de caminos entre dos hombres con un destino común en una estancia de esquila de ovejas en la Patagonia argentina. La película tiene ese toque de western crepuscular en un ambiente inhóspito, en el que las palabras sobran y las acciones son pocas pero contundentes. Su apuesta por un ritmo pausado y evocador ha causado estragos entre una audiencia que ya lleva unas cuantas jornadas de cine encima y la ha recibido a penúltima hora de la noche, de hecho se ha visto a varios espectadores arrojarse a los brazos de Morfeo sin ningún tipo de rubor, y es que el cansancio y los días ya se empiezan a notar. Su bellísima fotografía no me ha parecido suficiente para olvidar lo interminable que se me ha hecho una historia que se podría contar en 20 minutos sin ningún tipo de problema.


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