Primer año en el festival de San Sebastián y muchas nuevas sensaciones, en primer lugar el conocer una ciudad tan bonita y que ofrece tantas oportunidades como Donosti, en el ámbito meramente cinematográfico se nota que estamos ante el Festival de Cine más importante de España y uno de los más punteros del mundo, todos son atenciones y facilidades tanto para público como acreditados y estas cosas se notan y se agradecen.
Otro punto de atención son las sedes, hasta el momento he visitado Kursaal (enorme e impactante), el Teatro Victoria Eugenia (absolutamente precioso) y el Teatro Principal (muy bonito también aunque algo más incomodo).
En lo que respecta a lo puramente cinematográfico hemos comenzado la mañana con la película inaugural La Doctora de Brest, la historia de la lucha de una doctora contra una empresa farmaceútica por un medicamento aprobado por el estado francés que provocó la muerta de cientos de pacientes. La concepción de la película ya nace anticuada en sí mismo, esta especie de Erin Brockovich francesa tira de un guión excesivamente lineal y predecible que nunca da lugar a la sorpresa y sobre todo ni indigna ni emociona, algo que en un caso así es un pecado mortal, esto se debe a su frialdad a la hora de contar los hechos y al prácticamente nulo trasfondo de sus personajes, de nuestra protagonista al margen de su cabezonería en la lucha contra el lobby farmaceútico poco más conocemos, un par de escenas con su familia mal explicadas y poco más, los personajes secundarios, el equipo de investigación que la acompaña pasa sin pena ni gloria por la película, si a ésto le unimos su poco cuidado aspecto de telefilm tenemos una película en la que pese al esfuerzo de Sidse Babett por defender su personaje poco se puede sacar dada la superficialidad con la que se trata el tema y su perezoso guión que no sabe o no se atreve a adentrarse en el tema a tratar. Sorprendentemente al finalizar el film ha estallado un gran aplauso, algo más curioso aún tras leer las primeras opiniones sobre la película en Twitter, una muestra más de que público y crítica no siempre coinciden.
Nos trasladábamos a el Teatro Victoria Eugenia y la sección Perlas para ver Toni Erdmann, la película sensación de los últimos tiempos, seleccionada por Alemania para los próximos premios Oscar y galardonada con el Premio Fipresci en el Festival de Cannes. A pesar de su larga duración Toni Erdmann es una película que se pasa como un suspiro, o a mi al menos así me pasó gracias a sus constantes toques cómicos, pero hay que aclarar que es un humor no apto para todo el mundo, que se recrea en el absurdo, rozando la vergüenza ajena en muchas ocasiones hasta llegar al puro surrealismo, la prueba es que ha habido varias deserciones durante la proyección.
El amor de un padre hacia su hija y su búsqueda de conseguir su felicidad, el humor como método para superar los problemas o la dirección y el sentido que le damos a nuestra propia vida son grandes temas que se tocan de una manera muy especial en éste film. Particularmente me ha gustado y mucho, me he reído muchísimo en varias ocasiones y sus pequeños bajones de ritmo por su duración en éstos momentos ya están olvidados, pero es una película que produce sensaciones tan encontradas que jamás me atrevería a recomendarla, allá cada uno si se quiere arriesgar, a mi realmente me ha valido la pena.
De nuevo traslado hacia otra sede, ésta vez hasta el Teatro Principal, para ver uno de los platos fuertes del festival Los siete magníficos proyectada con motivo del Premio Donostia a Ethan Hawke, nuevo intento de Antoine Fuqua por dar un impulso a su carrera que parece que no va a volver a las cotas que consiguió con Trainning Day y que tuvo uno de sus momentos más bajos con la lamentable El Protector. Incluso intentándonos abstraernos de los antecedentes inalcanzables que suponen la obra original de Kurosawa y su posterior remake de Sturges, el problema de Los Siete Magníficos es que no funciona del todo como blockbuster de puro entretenimiento, en parte por su primer tercio, la presentación de personajes que se hace excesivamente larga y algo aburrida, en segundo lugar porque nuestros protagonistas carecen de carisma, ni Denzel Washington en el papel de hombre duro, ni Chris Pratt haciendo de nuevo de Chris Pratt (y comienza a correr el riesgo de empezar a cansar), ni Haley Bennett que en realidad parece una Jennifake Lawrence de saldo, ni siquiera Ethan Hawke en el único papel con un poco de enjundia llegan a importarnos. Pero sobre todo porque el último tercio, el de la pura acción está dirigido de una manera torpe y poco efectiva, en la que nunca sabemos como transcurre la acción, dónde está cada personaje o las consecuencias de sus actos, llegando a tener la impresión de estar ante un capítulo alargado del Equipo A más que ante una superproducción. Ante ésto la notable Banda Sonora de James Horner y Simon Frangler o el excelente sonido del film no pueden salvar una película que en algunos momentos llega a rozar incluso el aburrimiento.
Por suerte para la última sesión quedó la mejor película del día, en la sección Perlas, la que nos trae lo más destacado del resto de festivales pudimos ver Neruda, la última película de Pablo Larraín después de asombrar a medio mundo con El Club. En ésta ocasión el film se acerca a la figura de Pablo Neruda en su doble vertiente de poeta y figura política, adoptando la película también una doble vía, en primer lugar la de retrato de una época y un personaje con una narración más tradicional y mucho más accesible, pero también está el Neruda poeta visto a través del policía que le persigue, este otro aspecto de la película es el que corre el riesgo de sacar a más espectadores del film por su ritmo pausado y su juego narrativo que prima en muchas ocasiones el gusto por lo estético y la búsqueda por el aspecto teatral y poético confundiendo realidad y fantasía. Personalmente esta mezcla me ha maravillado y me ha mantenido pegado al asiento con los ojos como platos, observando un pedazo de historia a la vez que degustaba la belleza de las palabras de Neruda y las imágenes de Larraín, un auténtico goce para todos los sentidos que de momento deja el listón muy alto para el resto de películas que vengan por detrás.
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