Tercer día del festival con un tiempo algo inestable, no en las lluvias, que esas acompañan todos los días y a todas horas, estamos en Euskadi, a ver que íbamos a querer, si no con una temperatura variable y un sol que por momentos quiere acompañar a los pintxos y recordarnos las fiestas que nos perdemos este año (se promete venganza en la esperadísima 70 edición). Día de supuestas candidatas al palmarés final, decepciones, películas ya en el pódium de odio de la edición y un holandés loco que nunca deja indiferente a nadie.
Hay ocasiones en las que el azar de la programación parece convertir días del festival en casi temáticos, si el año pasado parecía el de las enfermedades en los más mayores con la estupenda The Father y la muy apreciable Supernova a la cabeza, este Domingo se unieron varias películas con temática similar sobre el empoderamiento de la mujer para salir de un escenario opresivo.
Así en As in heaven, una de las que desde el principio ha sonado para premio en el palmarés final, Tea Lindeburg nos muestra la vida rural a finales del S.XIX en una comunidad cerrada con fuertes tradiciones religiosas y las dificultades de una joven para poder escapar hacia un futuro diferente, siendo la primera mujer de su familia en estudiar. El film destaca por su ambientación y una potente fotografía, además de por la más que competente actuación de sus protagonistas, sin embargo tras un prometedor comienzo con insinuación de toque fantástico mediante, acaba cayendo poco a poco en cierta autocomplacencia en el drama rural menos inspirado e imaginativo. Si bien no decepciona, tampoco ofrece nada destacable como para recordarla más allá de las actuaciones de sus protagonistas.
Si la película danesa se estanca en su contención, la rumana Blue Moon parece la otra cara de la moneda de una historia similar, con dos hermanas tratando de huir a la ciudad de una familia tan disfuncional como violenta, heteropatriarcal y opresora. El caos se apodera de la función en una película que parece que nunca sabe en qué o quién centrarse, imitando en su narración (no acabo de tener claro si a propósito) esas peleas de la familia protagonista en la que unos gritos tapan a otros para no acabar de enterarnos de nada entre tanto ruido. Decepción en una película que sin llegar a molestar, dudo que sea recordada más allá del Martes.
Pese a la decepción matinal, el Domingo era un día esperado por todos y es que a Perlas llegaba
Benedetta, la nueva película de Paul Verhoeven donde el director holandés ha conseguido escandalizar una vez más (y van ...) a los críticos más conservadores de Cannes con su retrato de la vida de un convento de Pescia en la Toscana tras la llegada de una novicia que desde pequeña asegura poder comunicarse con la virgen y obrar milagros.
El film como os podéis imaginar está cargado de un humor negro cargado de mala leche marca de la casa Verhoeven, con intrigas casi palaciegas para lograr el poder, una visión deshinibida de la sexualidad de las novicias y unos personajes tan perversos y manipuladores como la institución a la que representan. Con momentos que rozan el puro sketch cómico el film nunca olvida su crítica hacia la iglesia y las luchas de poder que se producen en su seno con un espíritu provocador que nos deja claro, por si había algún tipo de dudas, que Verhoeven sigue estando en plena forma. Una de las fundamentales del año.
Si Benedetta dejaba al público mayoritariamente satisfecho, I want to talk about Duras es hasta el momento la película con más unanimidad en los comentarios desfavorables hacia ella. El film de de Claire Simon recrea la entrevista de uno de los últimos amantes de la escritora Marguerite Duras. El film desde un principio adopta cierta teatralidad y no busca ningún otro objetivo estético que la propia narración oral del protagonista que desafortunadamente no ofrece una historia lo suficientemente atractiva como para vencer una puesta en escena tan escasa como el propio interés del film que por momentos interesa en su descripción de una relación tóxica pero que se acaba hundiendo en su propia pobreza visual. La decepción del festival hasta el momento y una extraña elección para la sección oficial que seguro levantará polémica si por casualidad acaba apareciendo en el palmarés final.
El día terminaba con la primera de las dos películas que Ryusuke Hamaguchi presenta este año en el festival. La ruleta de la fortuna y la fantasía, ganadora del premio especial del jurado en el pasado festival de Berlín, es una simpática unión de tres historias sobre la influencia del azar en momentos específicos de la vida de sus protagonistas. Con un tono ligero y desenfadado, el film observa a sus protagonistas en momentos en que las casualidades hacen que sus vidas tomen un nuevo rumbo. Entre la comedia romántica y el puro humor, Hamaguchi consigue que ningún segmento desentone a la vez que ofrece una visión global sobre la importancia del azar y la imaginación en muchos momentos de nuestras vidas. Un soplo de aire fresco entre tanta intensidad dramática que siempre se agradece en éste tipo de festivales.
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