Director: Sang-ho Yeon
Actores: Dong-won Gang, Lee Jung-hyun, Re Lee, Hae-hyo Kwon, Min-Jae Kim, Kyo-hwan Koo, Do-yoon Kim, Ye-Won Lee
Guión: Sang-ho Yeon, Ryu Yong-hae
Productores: Dong-ha Lee, Yeon-ho Kim
Montaje: Jinmo Yang
Fotografía: Hyung-deok Lee
Música: Mowg
Producción: Next Entertainment World
El tremendo pelotazo que supuso la excelente Train to Busan al género zombi hace ya unos lejanos cuatro años, provocó el anuncio de una secuela un par de años después que sin embargo ha tardado algo más en llegar hasta nuestras pantallas debido también a cierto virus, pero en esta ocasión de otro tipo.
Es cierto que los fans de la primera entrega (cualquiera que la haya visto) levantamos un tanto la ceja ante la noticia de una secuela de una historia perfectamente cerrada y sin demasiado camino para la continuación.
Asi que Yeon Sang ho no se complica y decide cambiar el foco por completo en esta segunda entrega, donde evidentemente nos situamos en el mismo mundo apocalíptico debido al virus pero ahí terminan las semejanzas con el film predecesor.
Un comienzo absolutamente vibrante en el interior de un barco con zombis de nuevo amenazando en un espacio cerrado nos deja con la miel en los labios de lo que podría haber sido esta secuela cambiando el medio de transporte terrestre y llevándolo a alta mar, aunque Speed ya nos demostró hace unos años que quizás ese no es un buen camino.
El como digo excelente opening sirve para presentarnos a nuestro protagonista, un mercenario traumatizado por su pasado que se embarca en una misión en una zona repleta de simpáticos no muertos para recuperar un camión cargado de millones.
En su afán por reinventarse Península se arriesga con un complicado cóctel de géneros que por momentos funciona y en otros naufraga, así en ocasiones se entrega a la diversión más absoluta como una imposible versión apócrifa de A todo gas con coches derrapando por encima de montañas de zombies que parecen haberse escapado del plató de la secuela de Guerra Mundial Z, esos sin duda son los mejores momentos del film, cuando más descerebradamente divertida se vuelve. Tampoco falta un recurso común del género, aquello de que incluso en estas ocasiones extremas el hombre acaba siendo el peor enemigo del hombre, con sociedades apocalípticas en las que solo falta un personaje que se llame Max, villanos megalómanos y arenas de combate contra criaturas espeluznantes.
Por desgracia Península no consigue mantener estos niveles de locura durante todo su metraje y por momentos se pierde en un drama familiar tan edulcorado como innecesario. Si eres capaz de perdonar esto (y unos CGI a menudo mejorables) y te olvidas del subtitulo que lo sitúa como secuela una película evidentemente superior, Península es un entretenimiento tan digno como olvidable que ofrece dos horas de pura diversión.
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