Victoria
Director: Sebastian Schipper
Actores: Laia Costa, Frederick Lau, Franz Rogowski, Burak Yigit, Max Mauff
Guión: Olivia Neergaard Holm, Sebastian Schipper, Eike Frederik Schulz
Productores: Catherine Baikousis, Christiane Dressler, Jan Dressler, David Keitsch, Anatol Nitchske, Sebastian Schipper
Montaje: Olivia Neergaard Holm
Fotografía: Sturla Brandth Grovlen
Música: Nils Frahm
Producción: MonkeyBoy, Radical Media, Deutschfilm, Westdeutscher Rundfunk, ARTE
A veces cometemos el error de juzgar a algunas películas por su formato, así ocurrió con Boyhood y su más que peculiar rodaje o con Birdman y su falso plano secuencia, dos ejemplos recientes, pero se podrían encontrar muchos más de etiquetar un film por el aspecto más peculiar de su producción y no por la obra en su conjunto. En éste sentido una película pequeña y con probables dificultades de distribución ante los grandes blockbusters como Victoria no lo ha dudado y desde el principio ha puesto las cartas sobre la mesa: Una chica, una ciudad, una noche y una toma, pero tras éste atrayente eslogan publicitario hay mucho más.
Victoria es una joven emigrante española en Berlín que durante una noche de fiesta conoce a un grupo de cuatro amigos que le mostraran una cara de la ciudad distinta a la que conocía hasta el momento y la involucraran en un peligroso trato.
Y como no, hay que hablar del formato de Victoria, su plano secuencia, una prodigio artístico, una sacada de chorra a nivel técnico de Schipper, un proyecto imposible que se ha hecho realidad, una obra de teatro con todos los impedimentos técnicos del cine, solo imaginar la complejidad que debe haber supuesto a niveles de iluminación, sonido o sincronización de actores ya da vértigo, pero de nuevo nos encontramos ante la pregunta de si éste modo de contar la historia está justificado o solo se trata de una virguería técnica del director para mostrar su habilidad tras la cámara.
La realidad es que una vez vista la película no hay manera de imaginársela rodada de otro modo, la cámara desaparece a los cinco minutos de comenzar la acción y el espectador simplemente pasa a ser uno más del grupo acompañando a nuestros protagonistas en todo momento, la tensión, la diversión, las intimidades, el miedo, todo lo vivimos en primera persona gracias a la sensación de verosimilitud y autenticidad que nos proporciona éste formato.
Una vez resuelto el tema más peliagudo toca adentrarse un poco más, no quedarnos en la superficialidad que criticábamos al comienzo de ésta crítica y es que Victoria al margen del modo narrativo elegido es una película que destaca en muchos aspectos, en primer lugar por el estado de gracia de sus interpretes, capaces no solo de llevar adelante semejante odisea artística si no de bordar sus papeles, comenzando por el grupo de amigos alemanes que parecen sacados de cualquier barro de Berlín tal es el grado de naturalidad y la sensación de familia que desprenden en pantalla, pero ante todo y sobre todo (si, incluso por encima del plano secuencia) está ella, Laia Costa coge las riendas de la acción desde el principio y no las suelta en ningún momento, coquetea con la cámara, se muestra desvalida, se asusta, pasa miedo, la actriz catalana no interpreta ningún personaje, Laia Costa ES Victoria, al menos durante 138 minutos.
Si sobresaliente es la labor del director y los actores no lo es menos en éste caso el guión, escrito por el propio Sebastian Schipper con la colaboración de Olivia Neergard Holm y Eike Frederik Schulz, que en todo momento es capaz de justificar cada acción de nuestros personajes por extraña que pudiera parecernos en un principio y de condensar en poco más de dos horas una historia que transita por diferentes géneros, comenzando por una historia de amor digna de Linklater pasada por un filtro etílico fiestero europeo, pasando a un thriller con reminiscencias al primer Tarantino para acabar en una suerte de Bonnie and Clyde de nuestros tiempos, un auténtico viaje dramático y adrenalítico que nos deja sin aliento.
Victoria es eso que muchos llaman "una película experiencia", algo difícil de explicar que es mejor vivir por uno mismo. Su arrollador éxito en Alemania y sus nominaciones a los premios de Cine Europeo como mejor película, director y actriz (éste año elegir entre ésta y Youth de Sorrentino es como pedirme que elija entre a quién quiero más, a mamá o a papá) hablan por sí solas de la calidad del film pero es que además es divertida, emocionante, tensa, tan buen thriller como drama, uno de esos films no solo que no os deberíais perder si no de los que vais a estar deseando poder comentar y debatir con vuestros amigos, y si, que coño, el plano secuencia es una puta pasada.
La verdad es que tiene pinta de ser muy interesante, y lo del plano secuencia me llama mucho jajaj ¡Buena crítica!
ResponderEliminarGracias por pasarte Isabel, a mi me parece una gran película al margen del tema técnico, que si, es una pasada
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