Indiana Jones y el dial del destino. Título original: Indiana Jones and the Dial of Destiny
Director: James Mangold
Actores: Harrison Ford, Phoebe Waller Bridge, Mads Mikkelsen, Ethann Isidore, Antonio Banderas, John Rhys Davies, Toby Jones, Shaunette Renee Wilson
Guion: Jez Butterworth, John Henry Butterworth, David Koepp, James Mangold
Productores: Simon Emmanuel, Kathleen Kennedy, George Lucas, Frank Marshall
Montaje: Andrew Buckland, Michael McCusker, Dirk Westervelt
Fotografía: Phedon Papamichael
Música: John Williams
Producción: Walt Disney Pictures, Lucasfilm, Paramount Pictures
Si hay algo que parece no agotarse en Hollywood es su afán por seguir exprimiendo la gallina de los huevos de oro en forma de franquicias y sagas exitosas de las últimas décadas, o al menos intentarlo, con irregulares resultados pero mucho más cómodo que intentar crear algo nuevo. Una vez aceptado esto y olvidada la absurda e irrelevante pregunta de si hace falta o no, la cuestión se divide entre dejarse invadir por la nostalgia y el todo vale, adoptar el papel de fan enfurecido porque han destrozado su infancia (de estos siempre hay) o simplemente sentarse a esperar si nos ofrecen una buena película.
Dudo mucho que nadie sintiera la necesidad de una nueva aventura del Doctor Jones a estas alturas y menos después de la decepción que supuso en su momento la denostada y poco a poco reivindicada Indiana Jones y el Reino de la calavera de cristal pero una vez que se anuncio la despedida de nuestro arqueólogo favorito es innegable que el hype se disparó, algo que rebajo su tibia (por ser generosos) recepción en el festival de Cannes.
Indiana Jones y el dial del destino comienza con una trepidante escena de acción en un tren que nos da las claves de la aventura que va a suceder años después, recordando un poco al inicio de la probablemente mejor entrega de la sala, la sobresaliente Última cruzada y sin embargo desde el comienzo vemos que donde esta triunfaba el nuevo film comienza a fracasar, cambiando el brillante Indy adolescente de River Phoenix y una espectacular aventura repleta de espectacularidad y fisicidad por un revoltijo de efectos digitales que nos da una idea de lo que está por venir, siendo el tan comentado rejuvenecimiento facial el menor de sus problemas, técnica que sin duda ha mejorado pero que se sigue sintiendo artificial y nos sigue sacando de situación en demasiados momentos.Con la también clásica escena del Doctor Jones dando clase (los homenajes se sucederán de manera inexorable con mayor o menor fortuna) nos encontramos el principal atractivo de esta secuela, y es la pareja que forman Harrison Ford y Phoebe Waller Bridge, siguiendo la tradición de los toma y daca tradicionales de Indy con sus coprotagonistas femeninas en las dos primeras entregas mezclándola con la extravagante relación paterno filial de su tercera entrega. Más allá de la química de sus dos protagonistas principales la película comienza a caer poco a poco en un hoyo rutinario y falto de chispa del que nunca logrará escapar.
Una persecución se va uniendo a otra sin que haya apenas tiempo para el desarrollo de sus personajes, Mangold no es Spielberg por supuesto pero siempre ha sido un buen artesano y sin embargo aquí se le nota perezoso en unas escenas de acción pobres y una aventura siempre carente del sense of wonder que siempre inundaron las películas del arqueólogo. La desgana de Harrison Ford traspasa la pantalla, Phoebe Waller Bridge lucha con todas sus fuerzas para intentar salvar la película, Mads Mikkelsen aparece de vez en cuando de manera rutinaria y los secundarios desfilan entre la nostalgia de Rhys Davies o las ganas de Banderas de aparecer en una saga así pero sin aportar nada a la trama.
El mismo Indiana Jones que ha huido del ejército nazi, de tribus indígenas, villanos expertos en magia negra o espías rusos de la guerra fría es en esta ocasión perseguido por un ex nazi acompañado de cuatro matones masilla. No hay sensación de riesgo, ni una sola escena memorable que vaya a quedar en nuestra memoria, resumen perfecto de esto es su final, que como afirman los críticos de renombre parece más propio de un vídeo promocional de Puy du Fou que el clímax del capítulo final de una de las sagas más importantes de la historia del cine.
Su epílogo es emocionante si, no se puede negar, tras dos horas y media de bostezos al menos decimos adiós de manera respetuosa y repleta de cariño a un personaje ya histórico más allá de este último tropezón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario