El origen del mal. Título original: L'origine du mal
Director: Sebastien Marnier
Actores: Laure Calamy, Jacques Weber, Doria Tillier, Dominique Blanc, Suzanne Clement, Celeste Brunnquell, Veronique Ruggia
Guion: Sebastien Marnier
Productores: Caroline Bonmarchand, Luc Dery, Kim McCraw
Montaje: Jean Baptiste Beaudoin, Valentin Feron
Fotografía: Romain Carcanade
Música: Philippe Brault, Pierre Lapointe
Producción: Avenue B Productions, micro_scope, Poison Productions
La mirada crítica y cómica hacia los más poderosos es tan vieja como el propio cine pero en un mundo con cada vez más desigualdades productos como Succession o The white Lotus triunfan y monopolizan conversaciones porque no lo podemos negar, nos gusta juzgar y observar las miserias de aquellos que más tienen que no siempre tienen por qué ser los más afortunados.
El origen del mal se adentra así en una familia totalmente rota y disfuncional a través de la mirada de un elemento externo, una mujer que se decide a encontrar por fin a su padre, un millonario que abandonó a su madre antes de su nacimiento y al que nunca ha conocido. Sebastien Marnier comienza a tejer así una tela de araña en un ambiente turbio y cínico en el que apenas existe inocencia entre sus personajes y las mentiras y engaños se suceden.
El film mezcla la crítica social y lucha de clases, con el thriller y toques de comedia negra con algunos personajes entre la extravagancia y la caricatura y si bien en sus primeros dos tercios intenta contener y mezclar todas sus vertientes en su resolución se inclina por la locura más absoluta, algo disfrutable por momentos pero que también roza la incredulidad dependiendo del grado de complicidad del espectador.
Al film le falta la malicia del Ozon más juguetón o la punzante mirada de Chabrol con la alta burguesía y se abandona con facilidad a la sucesión de giros presuntamente sorprendentes para tratar de epatar al patio de butacas, pero siempre se mantiene a flote gracias a la buena labor de su casting, desde una entregadísima Laure Calamy, pasando por un Jacques Weber eficaz aunque también excesivamente Loganroyniano con especial mención a una deliciosa y divertidísima Dominique Blanc.
El origen del mal mezcla de modo un tanto torpe y desigual el drama social de su construcción con el entretenimiento un tanto chiflado y desinhibido de su resolución, pero pese a la sensación de guion perezoso y acabado poco pulido nunca deja de ser disfrutable si se rebajan las exigencias y te dejas llevar por su loca inconsistencia.
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