Hoy era un día supuestamente tranquilo, incluso de transición antes de más platos fuertes el día 23, con poco que esperar al margen de un posible divertido musical y sin embargo nos hemos encontrado con una candidatable a premio, sobre todo a sus actores y sobre todo la que o mucho cambian las cosas o va a ser la gran polémica de esta edición, por eso hay que disfrutar de los festivales hasta el último minuto, porque nunca sabes donde va a estar la película que te va a volar la cabeza.
La mañana comenzaba con uno de los varios documentales que componen este año la sección oficial, en este caso Courtroom 3H del español Antonio Méndez Esparza. El director filma el Tribunal de Familia Unificado de Tallahasee, Florida, encargado de asuntos familiares.
El film se dedica a observar diversos casos sin juzgar nunca a sus protagonistas, así presuntos maltratos, disputas por la custodia o retirada de la patria potestad desfilan ante nuestros ojos. Ese formato tan neutro en el que no existe hilo conductor hace que la cinta acabe haciéndose algo monótona, especialmente cuando se pasa de las vistas orales, más rápidas e incisivas, a unos juicios un tanto tediosos. El interés social y humano del documental es innegable, sus valores cinematográficos, particularmente ya me parecen más discutibles.
Es curioso como en los festivales a veces se encuentran puntos de unión entre las películas a concurso, este año sin duda es de los dramas sobre demencia y Alzheimer, y si ayer acababa devastado con The Father, hoy tocaba el turno de Supernova (ojo no confundir con el film polaco del mismo nombre del Atlantida Film Festival de este año) con quién formaría un programa doble absolutamente demoledor para nuestro lagrimal.
En Supernova conocemos a Sam y Tusker (Colin Firth y Stanley Tucci), una pareja que lleva 20 años juntos y que está realizando un viaje en caravana por Reino Unido a modo de pequeñas vacaciones y con destino a un concierto de piano de Sam. Durante el viaje descubrimos que Tusker sufre de demencia prematura y ambos luchan contra la enfermedad de distintos modos.
Harry MacQueen consigue combinar con exquisita delicadeza una bellísima historia de amor con la dureza de la enfermedad y sobre todo empatizando con dos maneras muy distintas de afrontar la situación, tratando a sus personajes con cariño y respeto. El film es sencillo visualmente pero potentísimo a nivel actoral, su principal bastión, imposible poner a uno por encima del otro porque se potencian y complementan constantemente.
Aún recuerdo la fantástica sesión de La llamada en 2017 cuando el Teatro Principal se convirtió en una fiesta al ritmo de las canciones de la película de Los Javis y creo que no era el único que tenía ganas de vivir una experiencia catártica similar con Explota, explota.
Lamentablemente lo primero que se me ocurre al hablar de la película es que ojalá me hubiera gustado más de lo que lo ha hecho y mira que iba a favor de obra, porque allá donde se ponga un musical allí estaré yo como dice nuestra gran Mireia Mullor.
Tal vez el principal problema que le veo a Explota, explota es que pretende apostar por el absurdo y lo caricaturesco a nivel formal y sin embargo sus protagonistas no están dispuestos a seguir la mamarrachada hasta los extremos y no hay nada peor que alguien tratándose de tomarse en serio una broma. Verónica Echegui brilla no solo sobre el resto del casting si no también sobre la propia película porque es la única que parece en el mood adecuado.
En el debe de la película también unas coreografías realmente flojas, es un crimen que te marques un número musical en El Retiro y no pongas una docena de barcas "a bailar" al son de la música. Al final Explota, explota nos recuerda a un número musical de los Goya o Telepasión con decorados reciclados de Puente Viejo, ay, ojalá me hubiera gustado más.
Lo prometido es deuda y el festival de San Sebastián y Film Twitter se incendió con Beginning ópera prima de la directora georgiana Dea Kulumbegashvili elegida para la selección oficial de Cannes. El film comienza con el ataque de un grupo extremista a una comunidad de testigos de Jehova y poco a poco nos vamos introduciendo en el mundo de Yana, esposa del líder de la comunidad.
Hay que reconocer que Beginning es una película difícil, tremendamente incómoda, que te revuelve tanto a nivel formal como sobre todo moral. Fanatismo religioso, masculinidad tóxica, extremismo nacionalista, el sometimiento y la violencia física y psicológica contra la mujer, todo en la película nos desafía, como también lo hace su apuesta formal, cargada de silencios, eternos planos fijos y conversaciones fuera de plano que sin embargo se complementan a la perfección con la dureza de lo relatado.
Beginning ha dividido por completo a los espectadores, incluyendo los que han abandonado la sala ante la dureza de ciertas escenas, pero como bien dice Gerard Cassadó, precisamente para ver éste tipo de apuestas venimos a los festivales. Apuntadme en el equipo a favor, una de las grandes de éste año y candidata clarísima a figurar en el palmarés, especialmente actriz y premio del jurado.
Para acabar el día Susanna Nicchiarelli nos ofrecía un acercamiento a una figura tan desconocida como la hija pequeña de Karl Marx en Miss Marx.
El biopic sobre Eleanor Marx nos descubre a una de las pioneras en la lucha feminista a la vez que abanderada en las batallas contra los derechos de los trabajadores. Reconociendo que sus anacronismos punk rock me han cautivado por momentos y el gran papel de Romola Garai no he conseguido conectar del todo con una historia que me ha resultado algo falta de interés de modo un tanto sorprendente teniendo en cuenta el material del que parte, tampoco descarto que mi cansancio a estas alturas hayan jugado en mi contra, con todo, interesante y merecedora de una revisión en mejores condiciones.
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