Belfast
Director: Kenneth Branagh
Actores: Jude Hill, Catriona Balfe, Jamie Dornan, Lewis McAskie, Ciaran Hinds, Judi Dench
Guion: Kenneth Branagh
Productores: Kenneth Branagh, Laura Berwick, Becca Kovacick, Tamar Thomas
Montaje: Una ni Dhonghaile
Fotografía: Haris Zambarloukos
Música: Van Morrison
Producción: TKBC
Aunque la coincidencia en el tiempo con el último film de Sorrentino y sobre todo la comparación más obvia con la Roma de Cuaron pueda hacernos pensar que estamos ante una moda contemporánea que los directores miren hacia atrás y decidan plasmar su infancia ya sea de modo más convencional y literal o metafórica es algo que lleva existiendo prácticamente desde el comienzo del séptimo arte.
Vivir el conflicto de Irlanda del Norte sin duda es algo que marco la infancia de Kenneth Branagh, hasta el punto de haber desarrollado gran parte de su carrera en el teatro británico y que su paso al cine llegara en sus primeras obras de la mano del bardo de Avon. No ha sido hasta 50 años después de que tuviera que emigrar de su tierra natal por el conflicto armado que Branagh ha decidido volver a sus raíces.
Y como queriendo dar unas pequeñas instrucciones al espectador sobre lo que va a ver, la película comienza casi como una postal turística y a color del Belfast actual para al cruzar un muro virar al blanco y negro y a modo de pequeña ensoñación introducirnos en la vida del pequeño Buddy, un mundo de juegos y felicidad que por momentos se ve interrumpida por un conflicto político y religioso que nunca llega a entender del todo.
Es esta mirada infantil la que convierte a su madre en una heroína armada con una simple tapa del cubo de basura o a su padre en un pistolero solitario ante el peligro que siempre sale vencedor y a ambos en estrellas de rock, la misma mirada que colorea la pantalla o el escenario ante un futuro brillante alejado de la gris situación del momento.
Belfast se esfuerza continuamente en situarnos en la perspectiva de su protagonista, no solo desde el plano visual, con una visión pura y llena de cariño hacia su familia y su infancia, también en su constante retorno a los simples problemas infantiles más allá de todo lo que sucede a su alrededor, así la desesperanza ante un primer amor no correspondido o el temor a que su madre descubra sus pequeñas travesuras conviven a nivel de importancia en el mundo de Buddy con un conflicto armado y religioso. Es difícil no empatizar con el pequeño Jude Hill, pequeño granuja lleno de dulzura y casi imposible no emocionarse ante esos abuelos sabios y repletos de ternura que nos recuerdan que Ciaran Hinds está probablemente en el mejor momento de su carrera o que Judi Dench es absolutamente infalible.
Brannagh incluso se permite el lujo de tener al León de Belfast para musicalizar sus recuerdos junto a la preciosista fotografía de Haris Zambarloukos. Sin duda los que vayan en busca de la película que ellos quieren ver podrán quejarse de la falta de implicación política o social del film pero si cuando la pantalla pasa a blanco y negro logras dejar atrás tu cinismo actual y eres capaz de convertirte en un niño de nuevo es difícil que no puedas enamorarte de Buddy y su Belfast.
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