Y para empezar a lo grande, The Twentieth Century, película marcada en rojo ya que se encontraba entre las recomendaciones del propio director del festival. El film, en una distópica Cánada de principios de siglo, reimagina la carrera política de William Lyon Mackenzie King, quién fuera primer ministro de Cánada. Utilizando hechos históricos y personajes reales Matthew Ranking construye un universo propio con un estilo visual remarcadísimo y un sentido del humor que nos recuerda los primeros Monthy Python para llevarnos a través del surrealismo a una de las lecciones de historia más divertidas a la que podremos asistir nunca.
En Leyenda Dorada, el cortometraje de Ion De Sosa y Chema García Ibarra, lo grotesco y lo cotidiano se mezclan en una tarde de piscina en la que cabe todo, desde los juegos infantiles hasta los platos combinados sin olvidar elementos inclasificables. La verdad está ahí fuera que diría Mulder.
Adam de Rhys Ernst es una pequeña comedia romántica en clave trans, un coming of age en la sexualidad del S.XXI, una pequeña guía y lección de diversidad. Adam es un jóven que decide pasar un verano en Nueva York junto a su hermana cuando una jóven se enamora de él pensando que es un chico transexual.
Explorando la escena lésbica y transexual del Nueva York del verano de 2006, Adam es una comedia fresca y divertida que no olvida su carácter reivindicativo.
Little Joe, es la última película de Jessica Hausner, directora sobre la que el festival realiza su retrospectiva de este año. En el film una científica modifica genéticamente una flor para que su aroma produzca felicidad en todo aquel que lo huela.
Con evidentes resonancias de obras como El día de los trífidos o La invasión de los ladrones de cuerpos, el film se aleja de los efectismos y busca una tensión constante a la vez que lanza temas de reflexión al espectador.
Quizás el mayor problema de Little Joe es que todo nos suena ya a muy visto sin ofrecer nada nuevo, particularmente tanto su estilo como fotografía excesivamente frías me ha sacado un poco de situación pecando de superficiales y su subrayado excesivo en las preguntas fundamentales del film sobre la felicidad se me hace demasiado evidente, dejando de lado otros aspectos interesantes que apenas roza como la maternidad en el S.XXI o la futura influencia de la industria biotecnológica en nuestras vidas.
Algunas bestias, del chileno Jorge Riquelme es probablemente la película más turbia y desagradable que he podido ver hasta ahora en en éste festival. Ganadora del premio del jurado Nuevos Directores del San Sebastián Film Festival 2019 en la película acompañamos a una familia de clase media en su viaje a una pequeña isla en la que intentan convencer a los padres de la mujer para invertir en un pequeño resort en la isla. Cuando el encargado de la casa desaparece dejándoles atrapados en la isla la familia va cayendo poco a poco en una espiral de locura y auto destrucción.
Con una primera parte centrada en observar esos nuevos ricos que viajan a la isla y que no dudan en despreciar y utilizar al que consideran inferior, ya sea de forma accidental o intencionada, el film va virando hacia un retrato de una familia repleta de demonios y oscuridad que van saliendo a la luz a medida que las condiciones se van haciendo más extremas. Si de algo puede pecar Algunas bestias es de excesivamente precipitada en su descenso a los infiernos de esta familia, pero por otra parte sus interpretes la dotan de tanta autenticidad que es imposible criticarle nada. Sobre LA ESCENA que cada uno juzgue, está claro que las sombras de Haneke, Von Trier o Noe están presentes, ¿necesaria o gratuita?, ¿justificada o provocación?, sea cual sea la respuesta, consigue su objetivo de terminar el film con una sensación tan angustiosa y desagradable que es difícil quitártela de encima durante horas.
Si ya en éste festival hemos hablado alguna vez de surrealismo, nada comparado a Jesus shows you the way to the highway. En la inclasificable obra de Miguel Llansó, el Kung Fu se integra en la ciencia ficción con la misma facilidad que la estética de videojuego comparte espacio con K. Dick en una matrioshka lisérgica dónde lo trash se mezcla con la conspiranoia gubernamental y el misticismo pop con la heroica misión de nuestro protagonista para conseguir su food truck pizzrera a la vez que salva Beta Etiopia.
Tal vez quede cierta sensación de que se le podía haber sacado más provecho, pero el viaje es tan alucinantemente bizarro que todo vale la pena.
Las buenas intenciones es una película con marcado carácter autobiográfico, en ella su directora, Ana García Blaya, habla sobre la familia, sobre las oportunidades perdidas y sobre el amor paternofilial.
Una adolescente hija de padres divorciados comienza un plan para conseguir no separarse de su padre cuando su madre se va a mudar a otro país con su nueva pareja. Con un tono ligero y optimista el film refleja la mirada amable de una hija, que perdona todo a un padre en su infinito amor pero que debe crecer a marchas forzadas ante la inminente separación. Simpática pero melancólica y cargada de buenas interpretaciones la cinta logra su cometido de arrancar una sonrisa al espectador a la vez que deja cierto poso de amargura al recordar lo que pudo ser y no fue, esas buenas intenciones que todos alguna vez tuvimos pero nunca llevamos a cabo.
Oleg es un inmigrante letón en Bélgica despedido de su trabajo tras un accidente laboral que se ve envuelto con la mafia polaca en su búsqueda de un nuevo futuro. Juris Kursietis convierte un drama sobre la inmigración y la esclavitud laboral en un intenso thriller en gran medida gracias a su personal estilo de cámara en mano y continuos primeros planos sobre nuestro protagonista para hacernos participes de su angustia. Si bien toca temas ya bastante trillados y por momento la evolución de nuestro protagonista y su particular villano no acaban de ser del todo creíbles, tanto la dirección de Kursietis como las buenas actuaciones de Valentin Novopolskij y Dawid Ogrodnik consiguen que Oleg se eleve por momentos y destaque sobre el resto de productos de temática similar.
Es curioso observar como Panteres forma un tríptico en esta misma edición del D'A Film Festival con el corto Carne también centrado en el cuerpo de la mujer y la comedia trans Adam. Pero más allá de esta casualidad temporal el cortometraje de Erika Sánchez posee una fuerza y una naturalidad inmensa gracias a las excelentes interpretaciones de sus dos jóvenes protagonistas y al tacto y la sensibilidad con que sabe tratar temas tan delicados como la sexualidad incipiente en la adolescencia, la identidad de género, el paso a la madurez o la psicología adolescente. Hasta ahora, el corto imprescindible de éste festival.
As Mortes es un thriller enmarcado en el ambiente rural gallego donde todo parece avanzar al paso con el que lo hace la vida en esa pequeña aldea, así de modo lento pero seguro Cristóbal Arteaga en un blanco y negro tan gris como el ambiente y ánimo de su localización va conformando un universo lleno de pequeños detalles capaces de generar una tensión latente y creciente y una historia pequeña pero tremendamente sólida donde la culpabilidad y el rencor se mezclan hasta encontrarse de un modo tan turbio como terriblemente consecuente. De cocción lenta pero degustación más que apetitosa para los amantes de las historias turbias e introspectivas.
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