Dioses de Egipto. Título original: Gods of Egypt
Director: Alex Proyas
Actores: Brenton Thwaites, Nikolaj Coster Waldau, Gerard Butler, Courtney Eaton, Elodie Yung, Bryan Brown, Chadwick Boseman, Rufus Sewell, Geoffrey Rush
Guión: Matt Sazama, Burk Sharpless
Productores: Basil Iwanyk, Alex Proyas
Montaje: Richard Learoyd
Fotografía: Peter Menzies Jr
Música: Marco Beltrami
Producción: Pyramania, Summit Entertainment, Mystery Clock Cinema, Thunder Road Pictures
A veces hay proyectos malditos a los que les cuesta Dios y ayuda conseguir salir adelante, otras veces hay otros que se vienen abajo cuando están a punto de salir a la luz, películas que surgen cuando nadie se lo espera, y luego hay películas como Dioses de Egipto.
Hay directores que se vuelcan en sus primeros films y luego demuestran que no tienen más que contar, otros que van luchando por ascender peldaño a peldaño en la industria, algunos consiguen una carrera estable gracias a la solidez del nivel medio de sus trabajos, y luego está Alex Proyas.
De la conjunción de estos dos elementos tan extraños surge ésta película, un proyecto con todos los ingredientes para acabar siendo un fracaso llevada adelante por un director que parece empeñado en echar por la borda los prometedores comienzos de su carrera.
Dioses de Egipto en realidad no es más que un pastiche de películas ya vistas mil veces, intentando mezclar la mitología egipcia con el género de aventuras, la trama es un poco lo de menos: Dios que usurpa el trono de otro Dios, con un romance entre humanos que acabará interviniendo de manera decisiva en la batalla por el poder de ambos contendientes.
Esta falta de originalidad ni siquiera sería un problema tampoco si al menos se nos ofreciera un competente espectáculo de acción, el gran problema es que en ese sentido Dioses de Egipto es un completo y absoluto desastre. Podríamos hablar del ridículo recurso de mostrar a los Dioses a un tamaño mayor que los humanos (que en vistas de lo mal que queda lo podrían haber eliminado porque no aporta nada a la trama, manda narices que 15 años después parezca un telefilm si lo comparamos en ese sentido con La Comunidad del anillo), podríamos hablar también de lo mal integrados que están los efectos digitales en la acción, con esa conversión de los Dioses en animales mitológicos dignas de un juego de Mega Drive, o ese croma que canta por soleares pensando en algunos momentos que estamos en una película de Asylum.
Pero hay algo aún peor que todo ésto, y es la seriedad con que la película se toma a sí misma. Cuando tu guión hace aguas por todas partes y en lo único que consiste es en pasar fases venciendo enemigos cual videojuego, con personajes que jamás llegan a conectar entre ellos, lo único que puedes es reírte de ti mismo e intentar que todo sea lo más divertido posible.
Y en ese sentido parece que el único que lo entiende es Gerard Butler, que pasadísimo de rosca y totalmente desencadenado monta su show y se hace dueño de la pantalla cada vez que aparece en la misma con ese malvado Set que ni tiene trasfondo ni lo necesita porque simplemente se limita a amenazar y chulear al personal con su desbordante personalidad. Ante él tenemos a uno de los protagonistas más sosos de los últimos años, Brenton Thwaites, incapaz de ganarse la simpatía o complicidad del espectador en ningún momento, Nikolaj Coster Waldau da el pego como cínico vividor en los primeros cinco minutos de película para caer después en el más profundo desdén cuando intenta demostrar algún tipo de sentimiento, sus personajes femeninos están tan desdibujados que casi ni merece la pena pararse a mencionarlos.
Geoffrey Rush pasa por allí a recoger el cheque para pagar la mansión y aunque pintan entre poco y nada siempre es un gusto volver a ver en escena a actores como Bryan Brown o Rufus Sewell.
Poco se puede decir de Alex Proyas, desbordado por semejante guión lleno de clichés y convencionalismos y esa explosión kitsch de brillos y efectos digitales de baratillo es incapaz de imponer su sello personal ni de lograr un espectáculo con un mínimo de entretenimiento. Es curioso como alguien con la personalidad demostrada en El Cuervo y Dark City y que incluso ha sabido manejarse también en blockbusters de acción como Yo, Robot esté cayendo en picado de ésta manera tras sus dos últimos trabajos.
Dioses de Egipto es uno de esos ejemplos en los que todo lo que puede salir mal en una película sucede: un director desganado, unos actores que no conectan con sus personajes, un argumento que a los cinco minutos deja de interesar por su previsibilidad y nula imaginación y una acción totalmente falta de espectacularidad y diversión.
Me encanta leer críticas que dejan una película por los suelos. Hace que recupere la fe en el Cine de Serie B!
ResponderEliminarPrometo que quería pasarmelo bien, el plan fue "cervezas y nos reímos de ésta tontería", pero es que no da ni para reírse de sus defectos.
Eliminar@tododesdemisofa