1917
Director: Sam Mendes
Actores: George MacKay, Dean Charles Chapman, Benedict Cumberbatch, Daniel Mays, Colin Firth, Andrew Scott, Mark Strong
Guión: Sam Mendes, Krysty Wilson Cairns
Productores: Sam Mendes, Pippa Harris, Callum McDougall, Jayne Ann Tenggren
Montaje: Lee Smith
Fotografía: Roger Deakins
Música: Thomas Newman
Producción: Amblin Partners, Dreamworks, Neal Street Productions, New Republic Pictures
A veces es fácil prejuzgar una película, sea para bien o para mal, el exceso de información en el que vivimos hace que sepamos antes del estreno detalles de la trama, personajes o incluso el modo en que se ha grabado. En el caso de 1917, su mayor reclamo publicitario, el estar grabado imitando un plano secuencia, ha inundado las redes de videos de making of mostrando las virguerías técnicas necesarias para rodar durante casi dos horas con este recurso estilístico. Sin embargo en 1917 hay muchísimo más que un plano secuencia magistralmente ejecutado.
Sam Mendes paso su infancia escuchando las historias de su abuelo, un soldado británico que ejercía como mensajero durante la I Guerra Mundial y que a menudo tenía que cruzar por terreno enemigo para entregar mensajes de suma importancia militar para comunicar a las distintas compañías desplegadas sobre el campo de batalla.
En el film nos adentramos en plena Operación Alberich, una estratagema ideada por el ejército alemán en la que sus tropas simulaban una retirada para lanzar a continuación una emboscada contra el confiado enemigo. Nuestros dos protagonistas, Blake y Schofield, son elegidos para llevar un mensaje al otro lado de las trincheras enemigas, para avisar a la compañía del hermano del propio Blake del engaño alemán, antes de que su avance suponga la muerte de 1600 soldados británicos.
Y es en ese momento cuando la brillantez formal se pone al servicio de la historia, adentrándonos en primera persona y de una manera tan inmersiva como muy pocas veces se ha visto en el cine en los horrores de la guerra y en una misión casi suicida. La cámara se pega a Schofield y Blake y el espectador se convierte en un tercer integrante de la misión, corriendo entre las bombas, cayendo en emboscadas, esquivando balas y luchando por sobrevivir. La música de Thomas Newman nos acompaña en todo momento incrementando hasta el infinito nuestras sensaciones de miedo, emoción o tristeza y la fotografía de Roger Deakins nos convence aún más de que nos hemos transportado de la butaca al campo de batalla y casi somos capaces de sentir en nuestros rostros el polvo provocado por las explosiones u oler la muerte a nuestro alrededor.
Y si la historia consigue emocionar e implicar al espectador mucho más allá de lo técnico y visual es también gracias a la enorme labor de sus protagonistas, un Dean Charles Chapman tierno, emotivo y valiente y sobre todo un George MacKay cargado de fiereza e intensidad capaz de mostrarnos a la perfección la combinación del miedo a la muerte y la determinación por cumplir su misión que le obligan a seguir siempre adelante.
1917 es mucho más que una sacada de chorra de Mendes, es sobresaliente en lo formal si, pero no de manera gratuita, si no al servicio de una historia que te atrapa, te zarandea y te emociona, llevándote a terrenos inexplorados hasta ahora en el cine bélico y colocándose sin ninguna duda en el cuadro de honor del género con una película que pasará a la historia.
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