Director: JJ Abrams
Actores: Daisy Ridley, Adam Driver, John Boyega, Oscar Isaac, Carrie Fisher, Mark Hamill
Guión: Chris Terrio, JJ Abrams
Productores: JJ Abrams, Kathleen Kennedy, Michelle Rejwan
Montaje: Maryann Brandon, Stefan Grube
Fotografía: Dan Mindel
Música: John Williams
Producción: Lucas Film, Bad Robot, Walt Disney Pictures
Si Star Wars es la saga de las sagas, esta segunda década del siglo XXI está siendo la del hype, los haters y los fans DE VERDAD. Si esta mezcla ya parece explosiva de por sí ahora probad a añadir el resentimiento y enfrentamiento macerado durante un par de años del que probablemente sea el fandom más activo y virulento de la industria.
Y es que si la polémica con Los últimos Jedi parecía difícil de igualar, lo que está ocurriendo con Star Wars: El ascenso de Skywalker supera todo lo imaginable, tanto es así que apenas cuatro días después de su estreno hay un sentir general de bandos irreconciliables.
Esto es perdonable entre la audiencia, por supuesto, ya que el público es soberano, pero es algo más cuestionable cuando es la propia película la que hace bromitas borrándole la memoria a nuestro robot preferido para que nada de lo que ha ocurrido en el capítulo anterior haya sucedido (guiño guiño) o le sigue el juego al fandom más tóxico casi eliminando al personaje que era objeto de unas iras con connotaciones ideológicas bastante peligrosas (codazo y risa socarrona).
Pero vamos a evitar esa batalla entre fans y episodios, para hablar solo de la película, porque un acontecimiento así merece analizarse de manera individual.
El ascenso de Skywalker tenía una tarea gigantesca ante sí, es cierto, culminar una trilogía que a su vez servía de cierre a otras ocho películas, tal vez por ello la sensación de urgencia se nota desde el comienzo.
El film comienza a toda prisa y nunca se para a respirar, a dejar que sus personajes interaccionen entre sí o a permitir que el espectador sea consciente de la importancia de lo que está sucediendo. La acción se sucede en escenas genéricas y sin un atisbo de epicidad, incapaz de que ninguna de sus secuencias vayan a perdurar en la saga con una dirección plana y poco eficaz.
A pesar de todo eso este Episodio IX divierte en muchos momentos, y es que el universo Star Wars se ha colada en nuestras mentes y corazones cinéfilos de tal modo que solo volver a él es un disfrute.
Es hora de que lo viejo muera, los Sith, los Jedi, Skywalker se citaba en Los últimos Jedi con una clara intención de hacer avanzar la saga rompiendo con el pasado. Sin embargo El ascenso de Skywalker parece gritar, que nuevo ni que nuevo, con el ya citado chiste argumental de la memoria de C3PO o la simbólica reconstrucción del casco de Kylo Ren.
Y ésta nueva rectificación en el rumbo más que resolver tramas soluciona traumas, las un fandom que se cree poseedor de la saga y con la capacidad de decidir sobre su futuro.
Chris Terrio es el encargado de intentar dar sentido a una historia (la de esta tercera trilogía) que parece moverse más por impulsos que por un plan claro y preestablecido, y al igual que le ocurrió con La Liga de la Justicia (con la que comparte parentesco en el caos de sus películas anteriores) se muestra incapaz de llevar a buen puerto la misión, lo que empieza a convertirle en sospechoso habitual.
La historia avanza a tropezones entre setpieces de acción, deus ex machina más que cuestionables o revelaciones de personajes a cámara para explicar la trama un tanto bochornosas.
Pero si de algo puede enorgullecerse El ascenso de Skywalker es de dar un cierre más que digno a la historia de Rey y Kylo/Ben, es cierto que se le pueden buscar muchos peros a ciertas escenas (si, ESA escena) o decisiones argumentales sobre su pasado, pero sin duda el corazón de la película y de la nueva trilogía son ellos dos y aquí cumplen sobradamente, especialmente un Adam Driver siempre presente en los mejores momentos del film, tanto a nivel emocional como de acción.
A la vez uno de los principales reproches que se puede hacer a éste Capítulo IX es la forma tan dolorosa en la que olvida al resto de personajes, no solo a secundarios a los que obvia o entrega al más absoluto ridículo (pobre Domhnall Gleeson) si no que convierte a Poe en un simple sidekick canallita y reduce a Finn ya no a un interés amoroso si no a un pobre pagafantas que finalmente ni siquiera sabe que es lo quería confesar, si su amor a Rey, a Poe, o qué realmente el tampoco sabe que pinta en ésta entrega.
El ascenso de Skywalker da un final, insatisfactorio para algunos de nosotros, disfrutable para muchos de vosotros, pero necesario para todos. Y es que los Skywalker nos han acompañado en éste viaje por las galaxias durante más de cuatro décadas, tal vez sea hora de que Star Wars comience a volar libre y sin ataduras al pasado, cambiar y evolucionar para seguir ofreciendo emocionantes aventuras de una galaxia muy muy lejana, su brillante pasado siempre estará ahí para que lo podremos revisitar una y mil veces como hemos hecho hasta ahora.
Deja morir el pasado, mátalo si es necesario. Solo así podrás ser lo que debes ser.
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