Spider-man: Lejos de casa. Título original: Spider-man: Far from home
Director: Jon Watts
Actores: Tom Holland, Jake Gyllenhaal, Zendaya, Samuel L Jackson, Marisa Tomei, Jon Favreu, Jacob Batalon, Tony Revolori
Guión: Chris McKenna, Erik Sommers
Productores: Kevin Feige, Amy Pascal
Montaje: Dan Lebental, Leigh Folsom Boyd
Fotografía: Matthew J Lloyd
Música: Michael Giacchino
Producción: Pascal Pictures, Marvel Studios, Columbia Pictures, Stereo D
Existe cierta tradición en el cine hollywodiense de colocar a ciudadanos americanos en terreno europeo para acabar de algún modo en una operación de espionaje internacional, ocurría en Gotcha! o Agente juvenil a mediados de los ochenta y principios de los 90 con esa inocencia juvenil que hoy pretende imitar Spider-Man: Far from home, ocurría también en Cars 2 e incluso juraría (sin pararme a comprobarlo) que en algún Cody Banks.
La nueva aventura del trepamuros utiliza esa misma excusa argumental, la de un viaje de fin de curso en la que nuestro protagonista tendrá que olvidarse de la diversión y los amigos para salvar al viejo continente, y es que ya se sabe que un gran poder conlleva una gran responsabilidad ... ah no que eso aquí se lo han pasado por el forro.
Spider-Man: Lejos de casa lleva aún más lejos el concepto ya adelantado en Homecoming, el de convertir las películas individuales del héroe aracnido en aventuras más sencillas sin la trascendencia de todo lo ocurrido en EndGame e Infinity War.
Sin embargo Far from home no se atreve a alejarse del todo de su legado y recurre constantemente a la figura de Tony Stark (el tio Ben de esta versión por lo visto) para justificar los actos de Peter, dejando una sensación de indefinición entre su apuesta más sencilla y su anclaje al universo compartido.
Este sería el menor de los problemas de todos modos, teniendo en cuenta la cantidad de aspectos en los que falla Spider-Man: Lejos de casa.
Podemos comenzar por el propio Tom Holland, que si, desborda carisma, es muy simpático, cumple como Peter Parker pero NO es Spiderman, algo que se entendía e incluso se veía como normal en su primer film pero que después de cuatro apariciones con las mallas rojas debería haberse solucionado.
Podemos continuar por el desastre que es el film a nivel de ritmo y estructura, con una primera hora centrada en una comedia juvenil que nunca llega a funcionar y se hace interminable, con gags absolutamente bochornosos sacados de décadas atrás y que evidentemente hoy no funcionan (ese profesor al que se le cae una cámara, Holland pillado en calzoncillos al abrir una puerta, etc ...). Es por ello que cuando el film intenta coger algo de ritmo para resolver la trama de Misterio, el tedio prácticamente ha inundado la película, haciendo que esas escenas de engaño y pesadillescas que son el punto más fuerte del film queden empequeñecidas (una pena) ante el aburrimiento general.
Habría que seguir también por unos secundarios de nuevo prácticamente olvidados, con la excepción de un Gyllenhaal capaz de salvarse de la quema, el pecado de desaprovechar a Zendaya convirtiéndola en un florero sin apenas personalidad y el enorme error que es la relación entre Happy y May, una de las parejas con menor química que se ha visto en la gran pantalla en mucho tiempo.
Y aunque reiterativo no habría que olvidar que en dos films Jon Watts todavía no ha sido capaz de filmar ni una sola escena de acción que retenga nuestra memoria. La espectacularidad, la emoción y la epicidad no existen en su versión de Spidey y eso se le podía perdonar en su primer intento pero ya comienza a ser un error demasiado gordo para dejarlo pasar.
Spider-man: Lejos de casa, es un más de lo mismo pero peor, con un personaje que no evoluciona y dónde los aciertos del anterior film dejan de funcionar y los defectos lejos de solucionarse se incrementan. Pecado mortal además cuando Un nuevo Universo nos mostró las maravillas que se pueden hacer con el personaje.
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