jueves, 10 de enero de 2019

Silvio (y los otros)

Silvio (y los otros). Título original: Loro

Director: Paolo Sorrentino

Actores: Toni Servillo, Riccardo Scamarcio, Elena Sofia Ricci, Kasia Smutniak, Euridice Axen, Fabricio Bentivoglio, Dario Cantarelli

Guión: Paolo Sorrentino, Umberto Contarello

Productores: Carlotta Calori, Francesca Cima, Nicola Giuliano, Viola Prestieri

Montaje: Cristiano Travaglioli

Fotografía: Luca Bigazzi

Música: Lele Marchitelli

Producción: Indigo Film, Pathé, France 2 Cinema, OCS


Desde que le descubrí hace más de una década con Il Divo espero con ansia y expectación cada estreno de Paolo Sorrentino, y es que desde entonces siempre he disfrutado con cada nueva propuesta del director italiano, Silvio (y los otros) no ha sido menos, pero tiene sus pequeños matices.

Puedo prometer y prometo (ya que estamos con el tema político) que entré a ver Silvio (y los otros) sin tener ni idea de su producción, solo atraído por ver de nuevo en acción al tandem Sorrentino y Servillo y salí con una extraña sensación, pero cuando comencé a buscar un poco de información en Internet y vi que lo que nos ha llegado es la versión internacional (recortada en una hora) de las dos partes de Loro que se han estrenado en Italia todo comenzó a cobrar sentido, y es que pocas veces he visto una película que acumule tantos aciertos y que los conjugue tan mal entre sí.

Tras un ingenioso prólogo en que Sorrentino nos pone en situación, mostrando al espectador o incluso al ciudadano italiano como ese borrego que atraído por el vacuo entretenimiento y las falsas comodidades no se da cuenta de que se está cavando su propia tumba, el film comienza precisamente hablando de esos otros del título. Sergio Morra, espectacular Riccardo Scamarcio, es un hombre de negocios que aspira a dar el salto a la política, por lo que urde un plan para conocer a Silvio Berlusconi, el hombre más poderoso de Italia.

Este primer tercio del film funciona a la perfección gracias a un desenfrenado ritmo Scorsesiano, con claras referencias al ascenso del poder de Godfellas o al desenfreno erótico y alucinógeno de la más reciente El Lobo de Wall Street. Sorrentino se mueve como pez en el agua en el exceso lisérgico y la película funciona a las mil maravillas con Berlusconi como figura oculta y poderosa que no llegamos a ver pero al que todos hacen referencia (ese Lui que todos nombran, temen y adoran). "Todo documentado, todo arbitrario", "Todo es verdadero, todo es falso", el film no se cansa de aclararnos desde el comienzo que la historia de Morra no es mas que un ejemplo de lo que durante años sucedió en Italia.


Casi tres cuartos de hora tarda en aparecer el supuesto protagonista del film, y cuando lo hace es tan de repente y el ritmo cambia de manera tan inesperada que chirría, y mucho.
El ritmo frenético del ascenso al poder de Morra dan paso al retrato personal y político de Berlusconi y hay que reconocer que cuesta acostumbrarse a ese cambio de tono y el ritmo del film sufre en el segundo tercio. 

Por suerte el gran Toni Servillo pone todo de su parte para evitarlo, Sorrentino sabe que no vale la pena tomarse en serio a Berlusconi (esos primeros planos bufonescos son gloria) y no tiene ningún pudor en mostrar todo el entorno zafio y hortera que le rodea, pero esto no lo convierte en una opera bufa, porque entre velinas y versiones de organillo del Asereje es donde se puede ver al verdadero Berlusconi, el inseguro que necesita ponerse a prueba para saberse capaz de ser el mejor vendedor de mentiras de toda Italia, el cavaliere al que una jovencita es capaz de sacar todas sus miserias en cuanto escarba un poco en su superficie, el marido incapaz de soportar la verdad de su fallido matrimonio o el político manipulador que sabe que decir o donde hacerse la foto incluso en una catástrofe.


Silvio (y los otros) conjuga al final dos grandes historias, la de los parásitos políticos que intentan aferrarse al poder y el retrato personal y político de la figura más importante de Italia de las últimas décadas. Cada una en sí misma es brillante, pero sin embargo el encaje de los dos es absolutamente irregular en tono y ritmo, algo que sospecho es obra de ese montaje internacional que nos ha recortado una hora de metraje (expectante estoy una vez más a poder ver Loro 1 y Loro 2 para poder tener una opinión completa de la obra).

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