Última jornada del festival y como siempre con contrastes, a la alegría de no tener que pegarse el madrugón para pelearse por los pases ha venido el bajón de descubrir que en el apartamento nos quedábamos sin café (el infierno), a las nubles plomizas mañaneras le ha seguido el radiante sol que nos ha acompañado todos estos días, al bajonazo de un palmares totalmente insulso que ni ha gustado ni ha indignado ha seguido el disfrute de las últimas películas y del cachondeito de las fiestas del último días. Sitges es un festival extremo en todo y su último día no podía ser menos.