Todo lo bueno se acaba, incluido este pequeño paréntesis de felicidad que ha supuesto el festival de cine de San Sebastián en un año tan terrible como 2020. Pero el último día aún guardaba varias sorpresas, la primera de ellas no cinematográfica y es que en mi quinto año asistiendo al festival hoy he descubierto lo que es el tiempo auténticamente duro del País Vasco, con una enorme tormenta de lluvia y un vendaval de viento que ha provocado numerosas caídas de señales, vallas e incluso carteles del festival y hacía difícil hasta salir a la calle, asi que el Kursaal esta mañana era una mezcla de butacas vacías y de gente calada.