La vida del festivalero es "dura", no solo hay que soportar días y días con pocas horas de sueño, no solo hay que investigar y seleccionar cientos de películas para hacer plannings imposibles en las cada vez más inabarcables programaciones de estos festivales, también hay que saber elegir y renunciar, y es que si por nosotros fuera nos pasaríamos la vida de festival en festival, pero eso solo lo pueden hacer unos pocos afortunados. Quién hace esto como afición no tiene tiempo ni dinero para acudir a todos los festivales que quisiera, que básicamente serían todos, así que hay que elegir.
Pero el festivalero también es débil, y le es difícil resistirse a dejar pasar una ocasión ante sus narices, así que aunque en un principio estaba descartado, he hecho una visita exprés al Nocturna, y es que la tentación era demasiado fuerte y pese a tener Sitges tan reciente, siempre hay ganas de más.