Los que se quedan. Título original: The Holdovers
Director: Alexander Payne
Reparto: Paul Giamatti, Da'Vine Joy Randolph, Dominic Sessa, Naheem García, Carrie Preston, Brady Hepner, Ian Dolley, Jim Kaplan, Michael Provost, Andrew Garman
Guion: David Hemingson
Productores: Mark Johnson, David Hemingson, Bill Block
Montaje: Kevin Tent
Fotografía: Eigil Bryld
Música: Mark Orton
Producción: Miramax, CAA Media Finance
Desde sus primeros fotogramas, con sus logotipos retro y su grano vintage, Los que se quedan nos retrotrae a otro tiempo y lugar, a los años 70 de un colegio elitista, uno de aquellos en los que cualquier personaje podría exclamar que nunca jamás volvió a tener amigos como aquellos, que fue el verano vacaciones de navidad de sus vidas, o que ese profesor cambió su vida para siempre. Y sin embargo aunque parezca que Alexander Payne se empeña en huir de posibles clubs de alumnos cómplices o de enseñanzas para toda una vida, aunque de la impresión de que sus personajes, heridos y perdidos no son capaces de encontrar la felicidad y la esperanza, no deja sin embargo de ofrecer un relato luminoso, enternecedor y tremendamente humanista.
Un profesor gruñón y cascarrabias de un prestigioso internado se ve obligado a cuidar de los alumnos que no vuelven a sus casas en las vacaciones de navidad, la jefa de cocina del instituto vive el duelo por la muerte de su hijo en Vietnam y la familia de alumno problemático decide dejarle sin vacaciones en el último momento.
Con claras resonancias a los referentes habituales de Payne, su cámara pausada, elegante e invisible en la mayoría de las ocasiones relata a unos personajes que pueden parecer rotos y aislados y que sin embargo luchan con sus contradicciones en busca de un lugar al que pertenecer, la amistad imposible que se forma entre ellos o el aprendizaje multidireccional que se produce al conocer sus distintos momentos vitales son el auténtico corazón de una película que siempre se refugia en tres actuaciones absolutamente excelsas, plenas de matices y tan diferentes que solo pueden complementarse y mejorarse unas otras. El conocimiento de la persona tras el personaje del profesor cínico y malhumorado y la comprensión de los motivos de la absurda rebeldía juvenil son finalmente dos caras de la misma moneda mientras la lucha por no derrumbarse de una madre con un dolor incurable les guía en su camino de auto descubrimiento.
Los que se quedan puede que sea una película de otro tiempo, tal vez ese sea su mayor triunfo, el de volver a recordarnos la importancia de las historias, el valor de crear unos personajes a los que querer y acompañar, pero sobre todo el de crear una comedia divertida, ácida y conmovedora que se quede contigo para siempre. Este es el ojo al que tienes que mirar chico.
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