Mank
Director: David Fincher
Actores: Gary Oldman, Amanda Seyfried, Tuppence Middleton, Charles Dance, Arliss Howard, Lily Collins, Tom Burke, Tom Pelphrey
Guión: Jack Fincher
Productores: Eric Roth, Douglas Urbanski, Ceán Chaffin
Montaje: Kirk Baxter
Fotografía: Erik Messerschmidt
Música: Atticus Ross y Trent Reznor
Producción: Netflix
Es curioso observar como mientras cierta élite cinéfila (prestigiosos
festivales de cine incluidos) continúa condenando todo aquello que provenga de
las plataformas digitales, una de ellas, esa N roja que es probablemente el
gran símbolo del mal para esos puristas, continúa produciendo los proyectos
soñados de los más grandes cineastas de la actualidad. Si Alfonso Cuarón pudo
contar la historia de su infancia a través de su niñera o Martin Scorsese
llevar a cabo su proyecto más ambicioso hasta la fecha, es ahora David Fincher
quién ha podido llevar adelante la película que llevaba intentando levantar
desde principios de Siglo.
Hay pocas personas que no conozcan Ciudadano Keane, nombrada en la mayoría de ocasiones como la mejor película de la historia, que su protagonista Charles Foster Kane es un trasunto del magnate de la prensa William Randolph Hearst es también de común conocimiento, quizás no lo es tanto (aunque ciertamente tampoco desconocido en cuanto a uno le apasiona algo el séptimo arte) la eterna polémica entre su director Orson Welles y Herman J. Mankiewicz por la autoría del guión, que finalmente se concedió a ambos y poseedor del único Óscar que ganó la película.
En esta polémica podríamos encuadrar a Mank, que en ningún momento trata de ser equidistante y de principio a fin toma partido por una de las versiones. Para ello el film propone un juego tan hábil como arriesgado, el de contar la historia de la escritura de un guión imitando por momentos su película resultante. Así las rimas y semejanzas entre Mank y Ciudadano Kane son continuas y es que mientras nuestro protagonista se encuentra postrado en cama escribiendo el libreto de la obra maestra dirigida por Welles, los flashbacks sobre su vida son esenciales para la escritura de ese guión.
Si como decíamos compararse a tal obra ya es arriesgado, Mank se la juega aún más uniendo a su misión principal otras dos secundarias: ser retrato de una década, tanto en el funcionamiento de la industria en Hollywood como a nivel político y biopic de su protagonista. Y por momentos el circo de tres pistas está a punto de descontrolarse.
Esta tendencia a la diversificación de temas es más irónica aún cuando el propio film no para de expresar por boca de sus protagonistas la imposibilidad de mostrar una vida en dos horas o la inocencia del que piensa que todo se mueve a su alrededor. Es fácil adivinar las razones por las que este proyecto se ha convertido en el más personal de David Fincher, pero tal vez un pulido al guión de su fallecido padre hubiera acabado de redondear el film.
Pese a estar al límite en algunos momentos por esa dispersión temática, el film nunca descarrila y eso se debe a que Fincher sabe llevar la película por dónde quiere. Con un marcado clasicisimo y sin olvidar sus continuas referencias a la obra de Welles (algunos planos y secuencias son claros homenajes), el director consigue dar brillo a todo el conjunto, desde un proceso de escritura mucho más dinámico de lo que pudiera parecer por su propuesta (un hombre tumbado en una cama dictando un guión a priori no parece lo más atractivo) pasando por esa mezcla entre drama personal, denuncia política y comedia ácida que es la vida de Mankiewicz en sus flashbacks.
Pero sin duda si por algo va a ser recordada esta película es por el excepcional trabajo de su protagonista. Gary Oldman consigue trasladar el cinismo y la ironía de Mank sin caer en la bufonería llenando a la vez de humanidad el drama del alcoholismo y la angustia vital de su protagonista, tanto es así que finalmente el film acaba funcionando mejor como biopic que como relato del proceso de escritura de una película histórica.
En un tiempo en el que todo es blanco o negro, un cero o un diez, parece que siempre estamos a la búsqueda de la última gran obra maestra o la nueva mejor película del año, en mi opinión Mank no es ni lo uno ni lo otro, pero si una sobresaliente película con una interpretación memorable de su protagonista.
Si podéis daros el gustazo de disfrutarla en pantalla grande, porque hasta en una crítica nunca está de más recordar que la cultura es segura, y si no, entregaos al demonio de las plataformas en casa, pero no dejéis pasar una película fundamental para todo amante del cine clásico.
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