Director: Galder Gaztelu Urrutia
Actores: Iván Massagué, Zorion Eguileor, Emilio Buale, Antonia San Juan, Alexandra Masangkay
Guión: David Desola, Pedro Rivero
Productores: Ángeles Hernández, Carlos Juárez, David Matamoros
Montaje: Elena Ruiz, Haritz Zubillaga
Fotografía: Jon D. Domínguez
Música: Aránzazu Calleja
Producción: Basque Films, Mr Miyagi Films, Plataforma La Pelicula AIE, ETB, RTVE, Zentropa, Euskal Jarlaritza, Consejería de Cultura del gobierno vasco
La Ciencia Ficción ha sido considerada durante muchos años como un hermano menor dentro de las artes y sin embargo bajo el halo del género suele revelarse una vez tras otra como una de las principales vías para hablar de manera más clara y reveladora del ser humano y su sociedad. Así lo hacían Asimov, Clarke o Dick, y por supuesto que no soy tan osado para comparar El Hoyo con esos titanes, pero si que comparte con ellos su utilización de la ciencia ficción como excusa para mirar en lo más profundo del ser humano y especialmente en su unión como sociedad.
La distopía es una de sus grandes armas, la creación de un mundo imaginario que se considera indeseable para acabar descubriendo en la mayoría de casos que no es tan distinto de nuestra realidad.
Tras ganar premio del público en Toronto (lugar donde Netflix aprovechó para echarles el lazo), encandilar a crítica y público en el Fantastic Fest y llevarse los premios más importantes de Sitges 2019, por fin llega a nuestras salas El Hoyo, película de Galder Gaztelu Urrutia que se merece ser un nuevo evento en el cine fantástico y de ciencia ficción español. (veremos a que nivel y si la taquilla funciona como el film se merece).
En El Hoyo hay varias reglas claras: Es una sociedad profundamente jerarquizada, tan pronto puedes estar en lo más alto como en lo más bajo, los de arriba imponen su voluntad a los de abajo pero en realidad ellos también son simples títeres en manos de un poder superior. Como decíamos, al final no queda tan lejos de nuestra realidad ¿verdad?.
¿Y por qué no hablamos con los de arriba?
Porque no puedo cagar hacia arriba, obvio.
En El Hoyo de Galder Gaztelu Urrutia algunos entran por decisión propia, otros obligados, y sin embargo, de un modo u otro, antes o después, parece que todos estamos destinados a caer en él.
Su hiperbólica jerarquización y su rebelde lucha de clases nos llevan a Snowpiercer, su estudio sobre la psicología del ser humano en condiciones extremas y su estética nos hacen recordar el Cube del mejor Natali, y aunque evidentemente picotea de allí y acá El Hoyo consigue alzarse para tener voz y personalidad propia.
Goreng (Iván Massagué) despierta un día en una extraña habitación parecida a una prisión con la excepción de contar con un enorme agujero en el centro, frente a él, un extraño "compañero de encierro", pronto una plataforma baja con comida por ese agujero. Junto a nuestro protagonista iremos aprendiendo las reglas del lugar a la vez que recuerda como acabó allí.
El hoyo cuenta con unos personajes arrolladores, algunos con más tiempo para desarrollar una historia muy potente (esplendido Massagué, pero sobre todo robaescenas Zorion Eguileor) otros en muy poco tiempo logran transmitirlo todo (diosa Antonia San Juan, maravillosamente pasadísimo Emilio Buale). El guión parece milimétricamente estudiado para no cansar nunca y mantener siempre la tensión en el espectador con unos diálogos afiladísimos que sus interpretes aprovechan a la perfección para sacar todo el jugo a la historia y sus personajes. A todo ello hay que sumar un gran trabajo de iluminación y de efectos especiales que consiguen que un escenario a priori embotellado y con poco juego luzca de maravilla visualmente y ofrezca múltiples posibilidades a la historia convirtiéndose en uno de sus elementos clave.
Atemporal y sin embargo perfecta representación del tiempo en el que vivimos en el que la clase media se conforma con luchar con los restos de los de arriba y a la vez ha perdido la conciencia de clase y la solidaridad con los de abajo es también la representación de un país que del hambre se elevó al bienestar para volver a caer en la crisis y sin embargo parece que sigue sin aprender.
El hoyo es una potentísima mezcla de géneros, del thriller al terror pasando por la ciencia ficción con un toque de comedia negrísima y una importante carga de lucha social. Por momentos divertida, en otros cruel y terrorífica, en más de una ocasión dura y radical, sin miedo al bodycount pero siempre dejando espacio a la reflexión y con un objetivo a la vista, y es que ya sea en forma de película o de panna cotta lo importante es el mensaje, obvio.
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