Segunda entrega de este diario tan especial de Sitges y si, ya puedo decir que se agradece mucho poder ver ciertas películas que de otro modo tendríamos difícil acceso pero esto no es lo mismo, ni mucho menos. Un festival es el ambiente en las calles, comentar con la gente (en persona y no en redes), vivir en la sala como se acoge una película y mil cosas más. Esto puede ser un sustitutivo, una oportunidad maravillosa para quién no pueda desplazarse pero definitivamente nunca va a sustituir al festival en vivo. Dicho lo cual un aplauso tremendo a los creadores de la plataforma del festival y es que creo que todos los aficionados temíamos por su funcionamiento y el resultado no ha podido ser más positivo, fácil de utilizar, con buena calidad de imagen, sin cortes, en mi caso me permite lanzarla al Chromecast, vamos particularmente un diez.
Pero como aquí lo que realmente importa es el cine, hay que hablar de Post Mortem una de las películas que más ha polarizado opiniones este año, algo que viene a demostrar que hemos estado ante una edición floja respecto a títulos y es que normalmente esta película pasaría sin pena ni gloria y en este loco 2020 ha levantado en armas a partidarios y detractores.
El film de Pèter Bergendy es una reivindicación del viejo fantástico europeo con una historia de poltergeist y pueblos embrujados mezclados con el costumbrismo y la hambruna en una Hungría post bélica. Un ex soldado que consiguió escapar a la muerte y se convirtió en fotografo de cadáveres y una pequeña con ciertas habilidades forman el extraño equipo encargado de vencer a estos entes sobrenaturales.
Es evidente el cariño de cualquier amante del fantástico ante una propuesta como esta, la pena es que todo lo bueno que apuntan sus intenciones se vea tirado por la borda con su ejecución, ya no porque desperdicie una hora en una presentación de lugar y personajes enormemente tediosa, es que cuando quiere entrar en materia nos encontramos con unos protagonistas faltos de carisma, una tensión mal construida a partir de una narrativa que avanza sin ningún tipo de lógica, tan pronto el pueblo odia a un protagonista superado por los acontecimientos como se pone en sus manos mientras este se convierte en un McGyver cazafantasma. Sus escenas de horror y posesiones poseen cierta fuerza pero es muy difícil tomarselas demasiado en serio cuando se rodean de momentos de vergüenza ajena y comedia involuntaria. Lo de la turbia relación de sus protagonistas mejor dejarlo aparte porque es de echarse las manos a la cabeza.
Turno para una de esas comedias de terror que tanto gustan en Sitges y es que hay que reconocer que películas como Boys from County Hell se ven todos los años en el festival y aún así no solo siempre gustan si no que se añoran cuando faltan. En este caso el punto de partida es cuanto menos curioso, la desmitificación del Dracula de Stoker asociándolo a una leyenda local de un pequeño pueblo irlandés, a partir de ahí la cinta se llena de elementos atractivos, por un lado esa extraña batalla entre la clase obrera británica y los vampiros, también nuevos y originales métodos de infección y alimentación de los chupasangres. Es una pena que pese a todos estos buenos ingredientes y un cast bastante entregado la película peque de timorata y nunca haga all in con su apuesta, sin lanzarse en su gamberrismo ni ofrecernos la dosis de hemoglobina que está prometiendo durante todo su metraje y solo entrega en su tramo final. Sin nada demasiado criticable tampoco se la recordará mucho más allá de la enésima comedia de terror de Sitges.
Paseo virtual por la sección Anima't una de las habitualmente más olvidadas en el caos de los plannings iniciales pero que acaba dándonos múltiples alegrías. Y no voy a engañar a nadie, si no me la hubieran colado en la selección de la acreditación online dudo que me hubiera atrevido con The Old Man Movie. Y sin embargo menudo descubrimiento ha sido este stop motion que comienza como una suerte de Wallace & Gromit en el rural estonio y se va tiñendo de burrada SouthParkesca donde el humor escatológico se adueña de la función y todo vale, desde árboles pervertidos, videoclips rockeros en el culo de un oso o batallas a puros chorros de leche entre vacas y robots tan dignas de Dragonball como de los Miike o Sono más pirados. Una auténtica locura tan difícil de explicar como disfrutable en su visionado. Sin ninguna duda la gran sorpresa de éste festival.
Acabo esta segunda entrega con la que reconozco que era mi película más esperada de esta edición de Sitges, después de que Steven Kostanski nos conquistara con
El Vacío el tráiler de
Psycho Goreman puso patas arriba a todo aficionado al género.
Y es que si juntamos muñecos de látex, efectos prácticos, comedia tontorrona y su puntito de gore tenemos todo lo que un visitante al festival de Sitges puede desear. Y la película no decepciona ni lo más mínimo en ese sentido porque da lo que promete, diversión descerebrada y celebración del género, como no podía ser de otra manera cuando una niña adorablemente odiosa se hace con el mando de un alienígena demoniaco ansioso por exterminar la humanidad y cualquier mundo que se ponga por delante.
Psycho Goreman es una reivindicación del cine de Serie B, de las cintas de videoclub ochenteras de puro disfrute plagadas de maquillajes imposibles y moñecos descacharrantes, donde la excusa argumental es puramente eso, un vehículo para la diversión y Kostanski ha conseguido una cinta brillantemente gamberra plagada de momentos delirantes y acción desenfadada que pide a gritos continuación ya sea en formato largometraje o televisiva para seguir disfrutando de la locura genocida de PG, los odiosos caprichos de Mimi o que los dos mejores sidekicks de la historia (un policía zombie y un cerebro con patas) vuelvan a nuestras vidas.
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