A todo gas 8. Título original: The Fate of the Furious
Director: F. Gary Gray
Actores: Vin Diesel, Dwayne Johnson, Jason Statham, Charlize Theron, Michelle Rodriguez, Tyrese Gibson, Ludacris, Nathalie Emmanuel, Scott Eastwood, Kurt Russell, Helen Mirren
Guión: Chris Morgan
Productores: Vin Diesel, Michael Fottrell, Chris Morgan, Neal H. Moritz
Montaje: Paul Rubell, Christian Wagner
Fotografía: Stephen F Windon
Música: Brian Tyler
Producción: Universal Pictures, One Race Films, Original Film
Con sus errores y sus aciertos, A todo gas 7 parecía el modo perfecto de dar por finalizada la saga Fast & Furious con el ya archiconocido arco de "la familia" cerrado a consecuencia de la muerte de Paul Walker (de manera enormemente inteligente y efectiva todo hay que decirlo). Sin embargo esto es un negocio y nadie esperaba el enorme taquillazo que supuso Fast 7, así que hay que seguir exprimiendo a la gallina de los huevos de oro, aunque sea como en este caso a través de una historia sin ningún sentido tanto individualmente como dentro de la saga.
Sorprende que alguien como Chris Morgan, guionista del primer film y de tres títulos más de la saga (5, 6 y 7) tras su reinvención, parezca desconocer de tal modo los mecanismos internos que han hecho funcionar al universo A todo gas, y no es otro que su concepto de familia (lo siento pero esta palabra se va a repetir unas cuantas veces). Si bien es cierto que existe un evidente agotamiento a nivel argumental, no hay más que ver que se ha recurrido de nuevo al viejo truco de poner un integrante del equipo en contra del resto (visto ya en la sexta entrega), las películas F&F han ido funcionando hasta ahora desde su cuarto capítulo gracias a dos factores: la indudable química entre los miembros del casting y la renuncia absoluta de cualquier atisbo de credibilidad, dejándose llevar al más difícil y más divertido todavía.
Y pese a que en lo segundo tampoco destaca especialmente, el mayor problema de A todo gas 8 es el de romper al equipo, dividiendo la película en dos partes que se acaban demostrando ineficaces por sí mismas y en conjunto. Por un lado tenemos la trama de Vin Diesel junto a Charlize Theron, si bien ella funciona a las mil maravillas como villana, gracias a la crueldad intrínseca que le proporciona a su personaje sin necesidad de acciones físicas, Diesel nunca llega a ser capaz de soportar el enorme peso de la trama que carga sobre sus hombros para acabar siendo cargante dejando la sensación de que su presencia en pantalla es excesiva y que se encuentra perdido sin sus acompañantes.
Por otra parte está el equipo, repleto de altibajos, donde la pareja Statham - Johnson se come al resto (y suponen sin ninguna duda lo mejor del film, especialmente el británico que salva la película cuando se la echa sobre sus hombros actuando de modo individual) y Scott Eastwood parece encajar como futuro sustituto de Paul Walker, mientras los demás integrantes parecen perdidos y nunca desprenden esa química y buen rollo que fluye en el resto de entregas de la saga, dejando la sensación que si bien dan la talla como secundarios no encajan entre sí cuando les falta un líder al que seguir. Es curioso como en el capítulo en que más importancia aún se da a "la familia" desde el punto de vista argumental es cuando esta menos funciona.
Con estos mimbres F. Gary Gray, que dejó buenas sensaciones en la apreciable Straight Outta Compton, no es capaz de dar con la tecla en la dirección. Dejando de lado el bochornoso prólogo en Cuba que rememora los momentos más chonis y macarras de la saga, el director se muestra demasiado nervioso con la cámara en los combates físicos e incapaz de dotar de epicidad a las secuencias más espectaculares con los coches, siendo generosos podríamos salvar la pelea de la cárcel, más gracias al carisma de Statham y The Rock (una vez más) que a otra cosa.
Por suerte y pese a todos estos fallos, en su último tercio, A todo gas 8 vuelve a recordar los motivos de su éxito en los últimos años, su evolución de películas de tunning a cine de acción y robos hasta llegar a ser una mezcla de superheroes con misión imposible sin ningún sentido del ridículo. Es en este momento cuando el humor sale de nuevo a relucir gracias a Statham y el siempre agradecido alivio cómico de Tyrese Gibson, y el asombro producido por ese más difícil todavía (esta vez con bombas nucleares y submarinos) nos hace olvidar un poco la mala sensación anterior. Sin embargo es innegable que esta entrega ha derrapado sobre el precipicio del desastre y si se ha mantenido sobre la carretera es gracias al crédito ganado con sus últimas entregas, ese comodín ya le han gastado así que la ya anunciada A todo gas 9 debe encontrar el golpe de acelerador para coger impulso de nuevo o esto puedo acabar en siniestro total.
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