martes, 30 de junio de 2015

Asesinos Inocentes

Asesinos Inocentes

Director: Gonzalo Bendala

Actores: Maxi Iglesias, Miguel Ángel Sola, Luis Fernández, Aura Garrido, Javier Hernández, Alvar Gordejuela y Vicente Romero.

Guión: JM Asensio, Gonzalo Bendala

Productores: Marta Velasco

Montaje: Antonio Frutos

Fotografía: Álvaro Gutiérrez

Música: Pablo Cervantes

Producción: Canal Sur Televisión, ICAA, Junta de Andalucía, TVE Films y Áralan Films

Francisco Garralda es un estudiante con graves problemas económicos que necesita licenciarse a toda costa, Sebastián Espinosa, su profesor de psicología, le ofrecerá el último aprobado que le hace falta si a cambo accede a hacer su último trabajo de graduación: asesinarle.

Ya desde su argumento, Asesinos Inocentes nos lleva a la mente el cine de Hitchcock, el genio inglés del suspense, cambiando a los extraños que se encuentran en un tren por el profesor y el alumno con intereses que se cruzan y para los que un asesinato podría resolver sus problemas, entrando entonces en juego la ética y la moralidad, "el dolor debe ser erradicado de cualquier manera", les dice el doctor Espinosa a sus alumnos, y Garralda se debate entre la necesidad y la culpa.

Aunque esa sea la apuesta inicial y lo que nos quiere vender el film, la realidad es otra, y lo podemos observar ya desde casi el minuto uno de la película, cuando sus protagonistas son presentados como un grupo de jóvenes despreocupados que se dedican a hacer gamberradas durante las clases y Maxi Iglesias vuelve a su sempiterno papel de estudiante problemático pero carismático. Es ese trazo grueso a la hora de diseccionar a sus personajes el principal problema que va a encontrar Asesinos Inocentes para llegar a su objetivo.



El propio film es el que juega con descaro desde un principio con la mezcla de géneros, lanzando diferentes bolas al aire, el thriller, el suspense, la comedia, o la acción intentando que los malabarismos al cruzar todas ellas doten al conjunto de un mayor atractivo, el problema es que algunas de ellas se van cayendo por el camino dejando la sensación de que tras su fracaso como thriller psicológico la película se sostiene por esos momentos en los que acepta su propia ligereza y se convierte en un entretenimiento de enredo que coquetea con la muerte, cuando se acerca más al Arsénico por compasión que a los extraños del tren y es que pese a la pericia demostrada por Gonzalo Bendala para crear suspense como en la hábil aunque cien veces vista escena del ascensor, a la historia le falta saber impactar en su desarrollo y profundidad en sus personajes quedándose en una sucesión de referencias y homenajes al cine que pretende imitar.




Y es que ni siquiera un genio como Miguel Ángel Sola puede vencer a la superficialidad de su personaje que parece empeñado a gritar al espectador su sufrimiento, a Maxi Iglesias le falta chispa e ingenio para convencernos de su carisma como protagonista granuja que se ve inmerso en una situación que no merece, los personajes secundarios quedan completamente difuminados en la historia sin ninguna entidad propia como Luis Fernández o Javier Hernández, reducidos a alivio cómico o apoyo del protagonista, mención especial en ese aspecto a Aura Garrido en un papel de chica florero con motivaciones de manual de primero de psicología que poco aporta al film al margen de su belleza.

Le falta al guión además de una mejor construcción de personajes un giro realmente novedoso más allá de las continuas idas y venidas de éstos dudando de sus propias traiciones dentro del grupo mientras son incapaces de asesinar al profesor, su transito por tramas secundarias como la situación económica del protagonista que introduce una amenaza externa para complicar más la situación o las apariciones de la citada Garrido aportan poco o nada a una historia que avanza a trompicones hasta un final tan previsible como insatisfactorio.


Con un aspecto técnico más que correcto, pero que adolece de un error común a la mayoría del cine español como es el exceso de interiores, probablemente debido a la falta de medios pero que deja una sensación algo televisiva al acabado final, la conclusión final es que la película es más inocente que asesina, funciona mejor como comedia juvenil sin pretensiones con algún toque de suspense que como thriller psicológico de disquisiciones morales, una obra en definitiva que entretendrá al espectador menos exigente pero que se olvidará tan pronto como se salga de la sala.

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